tag:blogger.com,1999:blog-90013680940982496152024-02-20T01:40:43.220-08:00El espejo del recuerdoLa novela romántica más especial.Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.comBlogger23125tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-72468366385373890282011-08-24T16:08:00.000-07:002011-08-24T16:09:19.154-07:00Capítulo Ventitrés.El avión aterrizó a su hora. Llegaron al hotel a la vez que Sabrina, a la que Tom saludó con alegría. Tenían la habitación 688, en el sexto piso. Era muy lujosa, tenía dos camas medianas en una habitación, con dos enormes armarios. Dos cuartos de baño, uno de ellos con spa y un salón enorme, con un sofá cama y un chaise longue y con una gran televisión.
<br />El guión le llegó por e-mail a Lucía, por el ordenador que tenían en la habitación, en el que pasaban horas, leyendo el guión y repasándolo juntos.
<br />Y qué más decir… a partir de aquel día todo fue prácticamente perfecto. Los rodajes, la convivencia, el lugar… Al final alquilaron una casa en Roma. Conocieron, por supuesto, a Lucía Ramos. Vivieron risas y alegrías y Lucía declaró a Tom su guardaespaldas. La película se estrenó siete meses después, fue un gran éxito.
<br />Y las dos Lucías salían juntas de compras, mientras Tom asistía al desfile de Model Xpress con cierta nostalgia… con el efecto del espejo del recuerdo. Pero todo se iba superando poco a poco. Los tres salían de cena, y se conocían un poco más. Lucía Ramos, admirada por ambos contaba la primera vez que actuó para la televisión, sus nervios, y como fue todo. Y todo iba perfectamente, alegrías, risas, encuentros, cenas, bailes, rodajes… y todo ello, finalmente, sin el efecto del espejo del recuerdo.
<br />Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-19185463675122974612011-08-24T16:05:00.000-07:002011-08-30T03:01:13.706-07:00Capítulo Veintidos.Era la una menos veinte cuando la madre de Lucía arrancó el coche. Lucía y Tom iban sentados detrás, ella en la derecha y él, en la izquierda. No hablaban, tarareaban las canciones de vez en cuando, o cerraban los ojos para no marearse. Pero querían reservar las palabras para después. En menos de media hora llegaron al aeropuerto.
<br />A Tom le pareció un espacio gigante, y le entró cierto pánico al ver el funcionamiento de los aviones. Sandra facturó los billetes y ayudó a Lucía a poner la etiqueta de equipaje manual en su mochila. Llevaba aperitivos para el viaje y la comida, y dinero, por si se perdían las maletas y tenían que estar un día sin poder estar en el hotel.
<br />Después Sandra se despidió de Lucía y también de Tom.
<br />-Pasadlo bien.
<br />Se fue algo intranquila, pero en el fondo convencida de que todo iría bien. Tom y Lucía charlaban sentados en un banco. Su avión embarcaba en la pista 13, ellos estaban ahí, aunque aún faltaba una hora. Lucía tranquilizaba a Tom:
<br />-Tranquilo, hombre, tampoco es para tanto… Tú te sientas y te pones el cinturón, y cuando despega sientes un cosquilleo en la tripa, pero no es nada… es como en un parque de atracciones, ¿has estado alguna vez en uno?
<br />-No…
<br />-Bueno, da igual, es la misma sensación, tu cuerpo no está acostumbrado a eso y actúa así, pero vamos que no es nada. El resto del viaje se te pasa volando.
<br />Lucía río como una loca.
<br />-¡¡¡Se te pasa volando!!! ¡Qué risa!
<br />A Tom también le hizo algo de gracia. Y siguieron hablando, de lo que sería el rodaje, de cuándo le darían el guión a Lucía, del dinero que se gastarían sus padres en las llamadas… Lucía tan alegre, y Tom tan preocupado. En la vida de Tom había habido demasiadas muertes. Si Lucía no hubiese aparecido en su vida… Probablemente Tom estaría traumatizado. O se habría vuelto “emo”. Tom rió al recordar a Alex y a Álvaro. Álvaro, siempre haciéndose el duro. Alex, tan majo a veces, pero tan influenciable… quizá demasiado.
<br />Poco antes de la hora del vuelo, decidieron comer. Marc había preparado dos bocadillos de tortilla francesa con jamón. Estaban deliciosos, y Lucía y Tom los devoraron en cinco minutos.
<br />-¿Los ha hecho tu madre?
<br />-No, mi padre. Es el mejor cocinero de tortillas del mundo.
<br />Tom sonrió.
<br />-Ya lo creo.
<br />Y a los quince minutos de haber comido, el avión aterrizó en la pista. Tom tenía los billetes en la mano cuando llegó el mensaje por los megáfonos:
<br />-“Embarquen en la pista trece los pasajeros del vuelo 1998L con destino a Roma, repito, embarquen en la pista trece…”
<br />Lucía sonrió.
<br />-Este es el nuestro, vamos.
<br />Se levantaron, Lucía llevaba la mochila y Tom los dos billetes en la mano. Ya estaban facturados así que lo único que tenían que hacer era buscar sus asientos. Tenían el 12 al lado de la ventana, y el 13. Tom se sentó al lado de la ventana y Lucía, con el equipaje manual entre las piernas, en el 13. En el 14, al lado de Lucía, había una chica joven. Era Sabrina, la sustituta de Tom que Álvaro quiso matar. Pero Tom no se dio cuenta.
<br />Tom estuvo incómodo aquellos 10 minutos que estuvieron esperando hasta que el avión despegase. Lucía no conseguía tranquilizarlo, y Tom estaba muy nervioso. Entonces una azafata se acercó a ellos:
<br />-Hola, buen viaje, ¿desean chicle para que vuestros oídos no se taponen durante el despegue?
<br />Sabrina y Lucía asintieron, y Lucía pidió dos, el otro para Tom.
<br />-Tom, toma este chicle. Es de fresa, para pasar menos apuro durante el despegue.
<br />-Gracias.
<br />Entonces, justo antes de realizarse el despegue, el comandante del avión habló:
<br />-Buenas tardes, señoras y señores, está a punto de despegar el vuelo a Roma. Les informamos de que tienen nuestras azafatas a vuestra disposición, y que deberán llevar el cinturón durante el despegue, y en otros casos que ya les avisaremos. No llueve ni hace mucho viento, por lo que se calcula que llegaremos sobre las cinco y media de la tarde. En Roma hay un tiempo estable, sin precipitaciones y con temperaturas alrededor de los veinte grados. Gracias por confiar en vuelos Airpeople y buen viaje.
<br />Y después repitieron lo mismo en inglés e italiano. Y el motor del avión sonó. Tom se asustó un poco, pero Lucía le dio la mano, y Tom la apretó para no tener miedo. Entonces el avión se empezó a mover.
<br />-Ahora está cogiendo carrerilla.- explicó Daniela-
<br />Tom soltó la mano.
<br />-Voy a comprobar si tengo bien el cinturón.
<br />-Claro que lo tienes bien, anda.
<br />Sonrieron y se concentraron en el despegue. El avión seguía cogiendo carrerilla. De repente se elevó un poco. Tom sentía aquella sensación extraña. El avión ya estaba en el aire. Se recogieron las ruedas, y el avión siguió subiendo. Elevándose hacia el cielo. Subía y subía, y Tom poco a poco se iba relajando. Lucía le sonrió.
<br />-¿Ves como no es nada?
<br />-Sí.- Tom rió.
<br />-Mira, han puesto una peli.- Lucía señaló una pequeña pantalla enfrente de ella.
<br />-¡No se oye!
<br />-Es que tienes que tener auriculares y engancharlos al enchufe que tienes en el posa brazos. Y luego puedes cambiar el volumen.
<br />Lucía sacó de su mochila unos auriculares rojos y otros verdes, y entregó los verdes a Tom.
<br />-¡Gracias!
<br />Tom los enchufó y se los puso en los oídos. Reguló el volumen, y prestó atención a la película. Trataba de un hombre pobre, que se encontraba con una mujer rica. La mujer tenía un niño muy pequeño, al que tenía que proteger de la prensa rosa, porque nadie sabía que lo tenía. Entonces el hombre le propuso a la mujer que cuidaría a su bebé en el trastero de su mansión mientras le diese de comer. La mujer aceptó, y subió a su trastero la cuna, y día a día les subía la cena, la comida y el desayuno. El hombre cuidaba genial al niño, pero el pequeño cogió una enfermedad muy fuerte, por culpa de la comida de la madre, que contenía proteínas que el niño no toleraba, aunque ella no lo sabía. En el médico les dijo que era muy grave, podía morir si no le operaban, pero, como era muy pequeño, podría morir durante la operación. La mujer prometió que si salvaban al niño, donaría millones de euros al hospital.
<br />Y la operación fue bien. Retiraron una gran capa de aquellas proteínas, y el corazón del niño latía. Pero al despertarlo, se dieron cuenta de que había perdido el sentido del gusto, porque habían tocado zonas muy débiles del estómago y la lengua, y lo había perdido. Entonces la mujer se negó a donar aquel dinero, y un médico la mató intencionadamente. Después, como nadie sabía que tenía el niño, ni figuraba en su herencia, sacrificaron al pequeño. El hombre no pudo evitarlo, por mucho que lo quisiera salvar. Y finalmente el pobre hombre se quedó solo.
<br />Tom empezó a llorar cuando la mujer de la película murió. Recordó a Daniela. Vale, sí, casi lo había superado, pero la película fue un golpe muy fuerte. Lucía quiso que Tom se relajase.
<br />-Tranquilo, Tom…
<br />-Es que no entiendo por qué me pasa… todo me recuerda a ella…
<br />-Yo sí sé lo que te pasa. Yo lo llamo el espejo del recuerdo. Todo te recuerda a cuando estuviste con ella. Todos los recuerdos con ella, rebotan en el espejo, y se reflejan en la realidad. Tus recuerdos han rebotado en el espejo cuando has visto la película. En realidad esos recuerdos son buenos, pero al rebotar en el espejo te perjudican.
<br />Tom paró de llorar y miró fijamente a Lucía.
<br />-Cuánta razón tienes…
<br />Se abrazaron, y Tom volvió a sentirse feliz.
<br />Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-44005042022846445152011-08-24T16:04:00.002-07:002011-08-24T16:05:39.138-07:00Capítulo Veintiuno.Tanto a Tom como a Lucía se les hizo fácil madrugar. Ambos se despertaron a horas parecidas. Tom no tenía nada de comer en casa, así que decidió utilizar sus veinte euros para desayunar fuera. Pensó comer en el avión o en el aeropuerto. Entró a la cocina para asegurarse de que no había nada de comida. En efecto, no había nada, sólo unos vasos, un tenedor y dos rollos de cocina. Tom se fijó en la mesa. Había otra cosa con una nota. Hacía tiempo que Tom no entraba en la cocina así que la nota podría ser de otro día. La cogió y la leyó en alto:
<br />-Esta es la tarjeta en la que se almacena el dinero que ganas trabajando. Tenías poco dinero, así que te metí doscientos cincuenta euros. Utilízalos bien, y recuerda la clave: 3843.
<br />Tom se sorprendió. Estaba encantado con el abuelo de Daniela, era verdaderamente un buen hombre. Tom no recordaba su nombre. Se dirigió hacia el salón y se metió el billete de 20 euros en el bolsillo. Después guardó la tarjeta en el fondo de la mochila para que estuviese bien protegida, y se subió la mochila a la espalda.
<br />Salió de casa. Probablemente aquella fuese la última vez que la viese. Se quedó mirándola. Y por un segundo deseó que Daniela estuviese en su cuarto, para que el subiera y la viera otra vez. Y quiso subir a ver por última vez la vacía habitación de Dani… pero no era la mejor decisión si quería olvidarla. Así que cerró la puerta, con llave, y se dirigió hacia un bar que se encontró cerca de la casa de Lucía.
<br />Se llamaba Fisqui’s Bar. A Tom le pareció un nombre divertido y cutre a la vez. Había un cartel en el que decía “servicio de terraza” así que Tom se acomodó en una silla verde pistacho, en una mesa de hierro con dibujos que provocaban ilusiones ópticas. Al poco tiempo una camarera joven y muy alta, la cual a Tom le parecía experta, no supo la razón, se acercó a él y le entregó el menú. Mejor dicho, era el menú de las mañanas. Había una gran variedad de tostadas. Con miel, con aceite, con jamón serrano, con tomate triturado… y todas por un precio muy económico. Después había leches solas y cafés, y también zumos naturales. Tom se decidió, y la camarera volvió:
<br />-¿Ya sabe qué va a pedir?- tenía un cuadernillo en el que anotar todo.
<br />-Sí, claro. Quiero una tostada con aceite y jamón serrano y un zumo natural de mandarina y naranja, por favor.
<br />-Muy bien, en un momentito se lo traigo.
<br />-Gracias.
<br />La camarera volvió a llevar el menú, junto a su cuadernillo con varios garabatos y con el número tres, el cual correspondía a su mesa.
<br />Tom, mientras esperaba, empezó a mirar el paisaje. Hacía un bonito día, respecto a las fechas que eran. Era bastante soleado, y, para ser las nueve, caluroso. Las demás mesas de la terraza estaban vacías. Pero en el interior había mucha gente. Gente alta, baja, hombres, mujeres, ningún niño, y la mayoría de ellos desayunaban con prisas, tenían el coche aparcado fuera y apuraban para llegar puntuales al trabajo. Hacia el otro lado, había una larga calle. Muchos bares, un par de tiendas, bastantes casas con las persianas bajadas, y pocas con las persianas recogidas o con ventanas abiertas.
<br />Pasaba poca gente, y la que pasaba lo hacía en coche, en velocidades quizá demasiado exageradas, solo por llegar bien al trabajo. Tom sonrió. No tenía por qué hacerlo, pero sonrió. ¿Por qué no sonreír cuando se puede? Entre estas reflexiones, llegó el camarero. Sí, esta vez era un camarero, algo más mayor, y muy hábil. Le entregó la tostada caliente, en un plato blanco, perfectamente colocada y con un jamón en perfectas condiciones. El zumo se lo entregó en un vaso de cristal en forma de tubo, con una pajita transparente.
<br />-Gracias, cóbreme ahora.
<br />-Son tres euros y medio, por favor.
<br />Tom se sacó el billete de 20 euros del bolsillo y se lo entregó al camarero. Él le entregó un cambio perfecto y se fue. Tom devoró la tostada, pero en cambio el zumo lo bebía lentamente, para disfrutar tranquilamente de su dulce jugo. Cuando terminó, se fue dejando el plato y el vaso completamente vacíos en la mesa. Decidió dar un paseo por los alrededores porque aún era pronto para ir a casa de Lucía.
<br />Gente corriendo o andando deprisa. Todos mayores de veinte años y menores de sesenta. Arriba, abajo, con sus maletas de cuero o con sus mochilas gigantes e infladas. Sin niños y sin acompañantes, gente que se cruzaba con conocidos, sin tener siquiera tiempo a saludarlos. A lo lejos un parque. Vacío. No, completamente vacío no. Dos chicos vestidos de negro. Tom se quiso acercar. A veinte metros de ellos uno le pareció conocido. Se acercó más.
<br />-Alex… ¿eres tú?
<br />-Sí Tom, así es.
<br />Era Alex… vestido de negro, con una camiseta negra de calaveras, muy pegada de modo que se le notaba su extrema delgadez . Llevaba una chaqueta de cuero negra, que le iba algo pequeña, desatada. Después, encima de la chaqueta se veía el enorme collar que tenía atado al cuello. En letras enormes, estaba escrito “DIE”, muerte en inglés. Después llevaba pañuelo que le cubría toda la cabeza, en el que estaba escrito “HATE THE LIFE”, odia la vida, también en inglés. Del pañuelo asomaba un poco de flequillo, que le tapaba el ojo derecho. También llevaba unos pantalones pitillos largos, negros, sin bolsillos y muy apretados. Calzaba unas zapatillas tres tallas más grandes que las suyas, prácticamente destrozadas, pasadas de moda, sucias y todo lo imaginable. Por último se había tatuado la palabra “SUICIDIO” en la muñeca. A Tom todo esto le daba mala espina.
<br />-¿Qué te has hecho, Alex?
<br />El compañero de Alex intervino:
<br />-¿Y tú qué crees?
<br />Tom abrió los ojos como platos. El compañero de Tom era Álvaro… aquel compañero de clase que quiso matar a Sabrina, aquel compañero al que le robó la navaja.
<br />-¿Eres Álvaro, verdad?
<br />Álvaro se puso histérico.
<br />-¡¡¡Me llamo “Alvo el valiente”!!! ¿¡Entendido!?
<br />-Claro, claro…
<br />-¿Qué venías, a insultarnos?- intervino Alex.
<br />-Eso, ¿a insultarnos por ser “emo”?
<br />Tom se dio cuenta de que “emo” era aquella moda absurda de odiar la vida y vestir de negro con un ojo tapado, como iban ellos.
<br />-No… - respondió Tom.
<br />Álvaro volvió a enfadarse.
<br />-¿¡Entonces has venido a insultarnos porque somos novios!?
<br />Tom recordó el día en el que Alex le confesó su homosexualidad. Aquel día se sorprendió. Pero que fuera pareja de Álvaro… era más que el colmo. Entonces Tom echó a correr, recorriendo el camino por el que había venido, deshaciendo el camino, pisando sus propios pasos. Se dio cuenta de que Álvaro le seguía. Aunque por muy fuerte que fuera, muy rápido no era. Tampoco estaba muy en forma. Teniendo en cuenta que amenazaba a la gente para que le diera su comida en el orfanato, y que comía el triple… era normal que estuviese así.
<br />Al poco rato, Álvaro perdió la pista de Tom y volvió hacia Alex. Tom hizo otra parada en un bar, esta vez dentro y pidió un batido de vainilla, que le supo genial. Después, al salir del bar, era ya las once y media. Como no tenía nada que hacer hasta la una… decidió ir a casa de Lucía. Aunque estuviera viendo la tele, cosa que podía hacer en su propia casa, prefería hacerlo en casa de la familia Ramos, para no estar siempre solo.
<br />Tocó la puerta y Sandra le recibió:
<br />-¡Hombre Tom! No te esperábamos tan pronto.
<br />-Lo sé, es que no tenía nada que hacer, y prefería estar aquí antes que solo en mi casa. Al final he decidido que comeré en el aeropuerto o en el avión.
<br />-Pasa. – Tom entró y cerró la puerta- Os he preparado dos bocadillos para que comáis en el aeropuerto. Los llevará Lucía-
<br />-Vale- Tom se dirigió hacia Lucía.- Hola ¿qué tal?
<br />-Bien, estaba viendo un concurso de preguntas.
<br />Tom sonrió. Y se quedaron viendo la tele, intentando adivinar las preguntas, prácticamente imposibles.Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-80129419504794223752011-08-24T16:04:00.001-07:002011-08-24T16:04:50.590-07:00Capítulo Veinte.Tom salió por la puerta. Eran las cinco. Llegó a casa, y en la mesa había un cable. Al lado una nota: “Este es el cargador del móvil, que se me olvidó dártelo. Pásate algún día a visitarme, majo. Adiós.”
<br />Tom sonrió y guardó el cargador en la mochila. Después tiró la nota a la basura, y se sentó en el sofá. Mientras los padres de Lucía hablaban:
<br />-Sandra, no sé si es buena idea…
<br />-Marc, ¡por favor! Es una oportunidad vital para tu hija, ¡apóyala! Tenemos el viaje y la estancia gratis, va a rodar una película con famosos, y además, el chico es majillo.
<br />-Ay, no lo sé…
<br />Sandra buscó la mirada de su marido.
<br />-¿Tú quieres a tu hija?
<br />-¡Claro!
<br />-Entonces supongo que deberías apoyarla. Igual se da cuenta de que el mundo del cine no es lo suyo. Pero para darse cuenta tendrá que aprovechar esta oportunidad. Y es que además se la ve tan convencida… Yo no tuve esa suerte en mi infancia, pero si la hubiera tenido, no me hubiese gustado que mi padre me lo hubiera estropeado.
<br />Marc se lo pensó por un momento.
<br />-Bueno, vale…
<br />Sandra sonrió y beso a Marc.
<br />Lucía terminó la maleta en menos de media hora. Después recordó, que bajando por la cuesta hacia clase Tom le dijo que tenía el móvil de Daniela. Entonces miró en las llamadas y localizó el número. Aún no lo había guardado, entonces lo guardó, y decidió llamarlo.
<br />Tom estaba muy concentrado jugando a un juego del móvil. Ya había borrado todas las llamadas y los contactos de Daniela. No encontró la nota con el número de Lucía, así que no lo tenía. Entonces recibió una llamada. La cogió y preguntó.
<br />-¿Sí?
<br />-Hola Tom.
<br />Qué voz tan alegre. A Tom le encantaba oí la voz de Lucía. Era tan dulce… transmitía alegría con una simple palabra.
<br />-Hola Lucía, ¿ya has hecho las maletas?
<br />-¡Sí! ¡Qué ganas tengo!
<br />-Yo también.
<br />-¡Vamos a conocer a Lucía Ramos!
<br />Tom rió.
<br />-¡Pero si yo ya la conozco!
<br />-Eh, ¡digo la famosa!
<br />-Lo sé, ¡era una broma!
<br />-¡Ah!
<br />Lucía rió.
<br />-¿Para qué me has llamado?
<br />-Pues, para hablar…
<br />-¿Te lo has pensado bien? ¿No prefieres quedarte?
<br />-¡No hagas que me arrepienta tonto!
<br />-¿Te arrepentirías?
<br />-Pues la verdad, creo que no…
<br />Ambos rieron.
<br />-¿Has llamado para avisar a la escuela de que no vas?
<br />-Claro, y también he dicho que tú tampoco.
<br />-¿Has llamado tú?
<br />-No, ha llamado mi padre-
<br />Y hablaron un rato más hasta que Lucía le dijo a Tom que tenía que hablar con otra persona, y se despidieron.
<br />Lucía finalizó la llamada de Tom y marcó el número de Andrea.
<br />-¿Sí?
<br />-Andrea, ¡me voy con Tom a Roma a grabar la peli!
<br />-¡¡¡Genial!!! ¿Pero con qué Tom?
<br />-Con el de prácticas.
<br />-¡¿Qué?!
<br />-Bueno, nos llevábamos bien, y como su novia ha muerto y él tenía los billetes… Su novia era esa guapa del Model Xpress…
<br />-¿Daniela?
<br />-Sí, esa.
<br />-Pues qué suerte…
<br />-Te echaré de menos.
<br />-Y yo.
<br />-Te llamaré muchas veces.
<br />-Lucía, es carísimo.
<br />-Ah, ¿sí? ¿Por?
<br />-Te vas a Italia, a otro país, es más caro…
<br />-Ah, ¡vale!
<br />Y hablaron un poco más, y después se despidieron.
<br />Tom de mientras veía la televisión. No tenía nada más que hacer hasta poco antes de las nueve, cuando partiese hacia casa de la familia Ramos. Entonces sintió un picor en el muslo. Se rascó con las yemas de los dedos, pero aun así le picaba. Metió su mano en el bolsillo para rascarse mejor. En ese momento… los recuerdos le volvieron a rebotar. Había algo en su bolsillo… Era la foto que le entregó Daniela, aquel día que se hacía fotos con la cámara. Su cara bonita, su sonrisa a veces pícara, sus ojos preciosos y su pelo siempre tan suave…
<br />Otra lágrima más que caía sobre su mejilla. Dos más. Tres más. Doce más. Sin cesar. Tom creía que al final se quedaría sin agua en el cuerpo. Pero no podía parar. Entonces su mirada se desvió hacia la tele. Un anuncio, que anunciaba nuevos capítulos de una serie. Y una chica morena y de ojos verdes. ¿De qué le sonaba? Lo recordó. Ella era Lucía Ramos. Rió, probablemente sin ganas… pero rió.
<br />Eran las nueve menos veinte cuando Tom decidió salir de casa. Ya iba superando lo de Daniela, según él. Pero al fin y al cabo la seguía recordando con cada cosa. Cerrar la puerta de casa. Ver la moto. Caminar por dónde ellos lo hicieron juntos. Todo le recordaba a ella.
<br />Llegó a la casa de la familia de Lucía poco antes de la hora, pero le recibieron ya con la mesa puesta. Los padres iban vestidos algo más elegantes, pero Lucía iba en vaqueros y con una camiseta blanca y rosa a rayas.
<br />-Hola, Tom- saludó la madre- ¿Qué tal llevas todo?
<br />-Bien, gracias por preguntar- sonrió.
<br />La madre señaló el camino y la silla en la que debía sentarse.
<br />-Mmm… ¡qué bien huele!- exclamó.
<br />Marc y Sandra sonrieron. Lucía miraba la expresión de su padre, para ver si sonreía de verdad. La madre empezó la conversación.
<br />-Bueno, hemos pensado que os llevaré yo hasta el aeropuerto. Tom, acércate sobre la una. ¿Comerás antes de irte, no?
<br />-Sí, supongo. Madrugaré para hacer hambre.
<br />Lucía sonrió.
<br />-Yo también, mamá despiértame pronto.
<br />-Vale. Os llevaré, pero como tengo que trabajar esperaréis allí al avión. Os ayudaré a entregar los billetes y a que os guarden las maletas, después ya esperaréis a embarcar en vuestro avión.
<br />-¡Vale!
<br />Lucía estaba emocionada, y a Tom le alegraba verla así. La cena duró bastante, casi hasta las once. Charlaban, decidían, pensaban y soñaban con las cosas que harían allí. Lucía quería montar en barco. Tom quería ver la famosa Torre Pisa. Tom quería descubrir todo lo que aún no había descubierto. Sí, Daniela le enseñó muchas cosas… pero ella le enseñó lo básico. Ir de tiendas, trabajar, salir de fiesta, montar en moto… pero con Lucía aprendería todo lo contrario. Aprendería lo que no se aprende con explicaciones, lo que se aprende viviéndolo. Aprendería a viajar, a volar lejos, a aterrizar con algo de miedo, a descubrir nuevos lugares, a adaptarse a nuevas situaciones. Aprendería demasiadas cosas que probablemente no entrarían en una lista, pero serían posibles de hacer.
<br />Poco antes de las once, cuando la cena acabó, Tom y Lucía subieron a la habitación de ella.
<br />-Tom ¿llevas mucha ropa? Es que yo no sé si llevo la suficiente…
<br />-En el hotel hay lavandería, así que no hace falta que lleves muchísima…
<br />-¿Tú más o menos cuánta ropa llevas?
<br />-Em… unos seis pantalones y seis camisetas.
<br />-Vale, pues entonces no quitaré nada de mi maleta. Después llevo el móvil y los auriculares. A parte llevo un cuaderno y un bolígrafo. Dice mi madre que perderé mucho tiempo de clase, pero si todo sale bien y con esta película puedo seguir adelante… No me hará falta ir a clase.
<br />-De todos modos en tus días libres después del rodaje podrás ir.
<br />-Supongo…
<br />Tom sonrió.
<br />-Y si todo esto sigue adelante… ¿tú qué harías?
<br />-Hacer es una cosa… y querer hacer, otra. Pero supongo que volvería a Madrid.
<br />Lucía pareció decepcionarse.
<br />-Ah…
<br />-¿Qué haría sino? ¿Acompañarte y protegerte?
<br />Entonces Lucía pareció iluminarse.
<br />-¡Eso es! ¡Tú podrías ser mi guardaespaldas, y yo te pagaría…!
<br />Tom sonrió, pensando que Lucía era demasiado precipitada.
<br />-Ya veremos…
<br />En ese momento la madre de Lucía tocó la puerta.
<br />-Lucía creo que es la hora de que te vayas a la cama.
<br />-Vale- dijo Tom- pues yo ya me voy entonces.
<br />Lucía sonrió.
<br />-¡Adiós!
<br />-Hasta mañana.
<br />Tom salió de la habitación de Lucía y Sandra le recordó:
<br />-Mañana aquí a la una.
<br />-Claro, adiós.
<br />Sandra entró en la habitación de Lucía, y cuando Tom se dirigía hacia la puerta, se cruzó con Marc:
<br />-Hasta mañana, señor.
<br />-Hasta mañana Tom.
<br />Y Tom volvió a su casa. Decidió dormir en el sofá- cama mientras veía algo en la tele. Esas sábanas del sofá, que ellos no cambiaron tras dormir allí… Qué malos recuerdos. Pero Tom ya lo iba superando. Por supuesto que lo iba superando. Sonrió para sí, y al poco rato se durmió.
<br />Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-34253733476072913532011-08-24T16:03:00.000-07:002011-08-24T16:04:12.148-07:00Capítulo Diecinueve.Viernes, cuatro días después de la muerte de Daniela. El abuelo vendía la casa. Tom y él metían en cajas todas las pertenencias de Daniela. Se las llevarían a su tumba, porque ninguno de los dos las quería tirar. Tom metió toda su ropa en la mochila, y tiró las ropas del orfanato para hacer espacio. Tom tenía la mudanza hecha. Tenía dos billetes a Roma en la mano, con estancia y todo. Por la muerte, la agencia Model Xpress no les quitó los billetes, se los dejaron. El abuelo se iba a una residencia, y no quería viajar. Tom tenía que buscarse a alguien que quisiese ir con él al día siguiente a Roma.
<br />Entonces se acordó de Lucía. Tras la muerte de Daniela no fue a clase. Y no recordó a Lucía. Pero en ese momento estaba dándose cuenta de que a Lucía tampoco le irían muy bien las cosas. Estaba seguro de que sus padres no la habrían dejado ir al rodaje a Roma. Roma… se miró las manos. Los billetes. Los billetes a Roma… ¡Ya tenía acompañante!
<br />-Señor…- dijo Tom- Tengo que irme un momento, vuelvo para comer.
<br />-Vale Tom, pero espera un momento.
<br />-Dime.
<br />-Toma, quiero que te lo quedes, supongo que sabes cómo va. Recarga el saldo cuando se te termine, borra los contactos y las fotos si no la quieres recordar, pero quédatelo.
<br />El abuelo le dio el móvil de Daniela a Tom.
<br />-Vale, gracias.
<br />Y Tom dejó la casa atrás. Se dirigió corriendo hacia la clase. Seguramente todavía estarían en la clase adicional de química. Tom llegó, corrió por los pasillos y llegó hasta la puerta. La abrió y corrió hasta Lucía:
<br />-¡Lucía, ven conmigo a Italia!- Tom le enseño los billetes.
<br />Lucía se levantó de la mesa, con los ojos como platos, mirando a Tom sin pestañear. Eddie y Mario se miraron, y el profesor sonrió, porque ya se lo habían contado. Lucía corrió hacia Tom, que todavía jadeaba y lo abrazó.
<br />-¡Gracias, gracias, gracias!
<br />Y decidieron que a las cuarto Tom subiría a buscar a Lucía, e irían juntos a su casa a explicarles todo a sus padres. Lucía estaba más feliz que nunca, y Tom intentaba estarlo, pero de todos modos era imposible, porque las desgracias no se olvidan.
<br />Tom regresó a casa, con los billetes y el móvil de Daniela en el bolsillo. A las cuatro subiría a por ella y al día siguiente se iría con ella a Roma, en avión, donde él nunca había estado, y después iría a un hotel, y disfrutaría del rodaje, y también conocería a Lucía Ramos.
<br />A las tres el abuelo ya se había mudado a la residencia, aunque podría volver en el caso de que se hubiese dejado algo, aunque ya se había despedido de Tom. Había dejado la venta de la casa a cargo de Tom. Él estaba sentado en el sofá de la casa a las tres en punto, con su mochila enfrente de él y con la televisión puesta. La casa estaba vacía, sin contar los muebles. Tom no quiso recordar. No quiso pero lo hizo.
<br />La noche en la que cenaron hamburguesa en el sofá cama viendo… ¿Cómo se llamaba? Ah, sí, Tres Metros Sobre El Cielo. El final de la película le recordaba a su vida. Él, destrozado por ella. Así de simple. Pero por muy simple que parezca… así de doloroso.
<br />Se puso a ver un documental sobre las cajas de cartón. Qué aburrimiento. Puso unos dibujos animados que al menos no eran tan aburridos como el documental. A las cuatro menos cuarto salió de casa, apagó a tele, la luz del salón, y cerró la puerta por fuera con llave, y después se la guardó en el bolsillo. Entonces se giró… y la vio. La moto de Daniela. Donde juntos habían ido a mil sitios, de compras, al videoclub, o a la misma prueba de modelos. Y una lágrima resbaló por su mejilla. Y se fue corriendo, huyendo del pasado como un cobarde asustado, huyendo de alguien que le hizo feliz, que rehízo su vida… pero para después, sin darse cuenta, volverla a deshacer.
<br />Cuando llegó al Zurbarán, Lucía ya le esperaba fuera, con una de sus sonrisas. Lucía lo había entendido todo, y quiso preguntárselo a Tom.
<br />-Hola, Tom. Una cosa… ¿el billete y la estancia son los de la prueba del lunes, verdad?
<br />-Sí…
<br />Empezaron a bajar hacia la casa de Lucía.
<br />-Tu novia hizo la prueba, y pasó, ¿no es así?
<br />-Sí…
<br />-¿Y por qué vas a llevarme contigo?
<br />-Daniela… ha muerto. La agencia de Model Xpress nos los ha regalado.
<br />Lucía sintió una sensación muy extraña. Por una pequeña y muy diminuta parte se alegraba. Peor por otro lado, ver a Tom tan destrozado… lo cambiaba todo. Parecía que Tom iba a empezar a llorar.
<br />-No llores…
<br />Lucía quiso calmarle.
<br />-Lo que tienes que hacer ahora es…- Tom escuchó a Lucía- dejar de recordarla como la Daniela que se marchó, y empezar a recordarla como la Daniela que te quiso y te apoyó siempre…
<br />Tom miró a Lucía fijamente. Lucía lo abrazó. Y siguieron bajando hacia la casa de Lucía.
<br />Llegaron poco antes de las cuatro y veinte. Lucía abrió la puerta y exclamó:
<br />-Papá, mamá, ¡venid!
<br />-¡Ya voy hija!- gritó su padre.
<br />Ambos se presentaron a la vez y miraban a Tom.
<br />-Bueno, antes de que preguntéis, este es Tom, está estudiando química para ser profesor, es ese del que os hablé, que hizo prácticas durante un día…
<br />-Ah, sí- recordó su madre.
<br />-Y ¿os acordáis del concurso de modelos que hubo el lunes?
<br />-También, cariño ¿pero qué pasa?
<br />-Bueno pues Tom es, bueno Tom era el novio de una de las que ganó, que ahora ya no está presente… y como nos llevamos muy bien y él tiene los dos billetes a Roma del concurso…
<br />Los padres se miraron y el padre fue el primero en hablar:
<br />-Lucía, un momentito, que mamá y yo tenemos que hablar…
<br />Se fueron a la cocina. Se oían susurros, pero no palabras fuertes, por suerte. Cuatro minutos después, salieron.
<br />-Lucía,- dijo el padre- ven conmigo a hablar a la cocina, y mamá hablará con Tom.
<br />Lucía y su padre entraron en la cocina, y Tom y la madre de Lucía se sentaron en las sillas del recibidor. La madre empezó a hacerle a Tom una especie de interrogatorio.
<br />-¿Cuántos años tienes?
<br />-Dieciocho.
<br />-¿Tienes casa?
<br />-No, con la muerte de mi novia la hemos vendido. Alquilaré una en Italia cuando se acabe la estancia de los billetes.
<br />-Vale… ¿Y cómo sé que me puedo fiar de ti?
<br />-Bueno, Lucía y yo nos llevamos muy bien… de todos modos tengo móvil y podréis hablar con ella todos los días…
<br />-¿Y algo más?
<br />-Fui yo el que la llevó al médico, con todo el cuidado posible. No la conozco de mucho tiempo, pero de todos modos tampoco pretendo hacerle nada malo, sé que ser actriz es su sueño, y estoy dispuesto a ayudarle a cumplirlo… de todos modos es un beneficio para vosotros, porque Lucía ganará dinero en el rodaje.
<br />-Bueno, pareces creíble.- Ambos sonrieron.- Pero no quiero ni que beba alcohol, ni que le dejes hacer lo que quiera, ni que salga de noche… Ah, y ni que fume, y ni que lo hagas tú ante ella…
<br />-No, tranquila, creo que podrías confiar en mí. Por mucho que no te lo creas solo he bebido alcohol un par de veces, y además no fumo.
<br />-¿Enserio?
<br />-Sí, estuve en un orfanato desde los seis años. Entonces… no podía hacer nada. Nada de lo que tú prohíbes a Lucía, así que la cuidaré bien.
<br />Por otro lado, Lucía y su padre discutían:
<br />-¡Papa, que es de fiar!
<br />-¡Dame alguna prueba!
<br />-¡Me va a ceder el viaje, en vez de ir con su mejor amigo o con otro cualquiera! ¡Fue él el que me llevó al hospital!
<br />Entonces la madre de Lucía entró a la cocina con Tom.
<br />-Marc… déjalo, Tom es de fiar, estoy segura.
<br />El padre intentó aceptarlo.
<br />-Vale, vale… ¿Y cuándo os tenéis que ir?
<br />-El avión es mañana a las tres del mediodía.
<br />-¿Mañana?- el padre.
<br />-Sí. Supongo que Lucía no podrá asistir a clase. Saldremos de aquí a la una, porque iré en taxi, pero bueno, si nos podéis llevar vosotros, podemos salir más tarde…
<br />-Marc, ya les llevo yo. Lucía, haz la maleta, vamos, a la habitación. Tom, si quieres puedes quedarte a cenar, y te conoceremos mejor. ¿Qué te parece?
<br />-Genial.
<br />-¿Tienes las maletas hechas?
<br />-Claro.
<br />Ambos sonrieron, aunque el padre seguía desconfiando.
<br />-Bueno, Tom, pues pásate sobre las nueve.
<br />-Perfecto.
<br />-Adiós, Tom.
<br />-Adiós.
<br />Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-9613277908376546942011-08-24T16:02:00.000-07:002011-08-24T16:03:36.000-07:00Capítulo Dieciocho.Día de la prueba por la noche. Lucía ya estaba en su casa, cenando para ser exactos. Daba muchas vueltas al tenedor para pinchar un simple trozo de salchicha. No hablaba con sus padres, ni siquiera los miraba. Le entraban ganas de llorar cada vez que pensaba en el rodaje. No es normal que te convoquen a un rodaje de repente. No es normal, es espectacular, el momento perfecto para triunfar y empezar una carrera artística. Y Lucía se estaba quedando sin oportunidades.
<br />Tom y Daniela cenaban tranquilamente. El abuelo estaba en su habitación porque ya había cenado. Ellos hablaban:
<br />-Entonces este fin de semana nos vamos a Roma, eh Tom.
<br />-¡Claro! Pero ¿te pagan ellos el viaje?
<br />-Sí, el viaje y la estancia, yo sólo pongo treinta euros, ya los he puesto.
<br />-¡Pues menuda oportunidad!
<br />-Ya te digo, eso me cambiará la vida…
<br />Daniela ya se estaba imaginando, su imagen en las revistas más famosas, su cuerpo vestido con las ropas de los diseñadores más famosos, desfilando por todo el mundo…
<br />Tom en cambio temía la muerte de Daniela. Sabía que sería pronto pero aún no se lo creía. Su vida acababa de cambiar a bien, por lo tanto su corazón no sufriría, todo lo contrario, se tendría que alegrar. Él todavía confiaba en ello.
<br />Lucía terminó de cenar y se fue a su cuarto. Preparó la mochila del día siguiente. Se sentó en la cama y encendió la lámpara de noche, y apagó la luz de su habitación desde el interruptor de encima de su mesilla. Del cajón de la mesilla sacó un libro. Un diario, para ser exactos. No escribía en él las cosas de todos los días, escribía simplemente cosas curiosas que le pasaban, pegaba fotos que se encontraba, recortes de periódico, y hasta envoltorios de caramelos deliciosos.
<br />Abrió el diario por la mitad. Pasó algunas hojas hacia atrás. Ahí estaba. “Actrices” era el título. Tenía muchísimas fotos con frases explicativas de sus actrices favoritas en distintos momentos de películas y series. Pasaba las hojas, miraba todas las fotos y leía todas las frases. Decenas de fotos de actrices que ella adoraba. Entonces de sus ojos empezaron a caer ácidas lágrimas… Y pensar que ella tuvo la oportunidad de que su foto estuviese en su propio diario… Decidió guardarlo y apagó la luz. No durmió mucho, tampoco merecía la pena, su vida era una mierda, o al menos según ella.
<br />Tom y Daniela se fueron a dormir sobre las once. A Daniela no le costó nada dormir. Todo en su vida le parecía perfecto, aunque ella no sabía que la perfección es pasajera. Por otro lado Tom no conseguía conciliar el sueño. Se figuraba en su cabeza imágenes de momentos futuros, demasiado duros para él. Le hacía falta hablar con Lucía y contarle lo que pasaba. Necesitaba a alguien que fuera todo oídos para él, porque estaba en un momento muy triste de su vida.
<br />Al día siguiente, Lucía se despertó como siempre y se levantó de la cama. Deseaba que su fisura se curase pronto, aunque, según el médico, en menos de una semana estaría curada, gracias a que Lucía no pisaba con ese pie y lo cuidaba bien.
<br />Se dirigió a la cocina. Su madre aún no se había levantado. Normalmente solía estar despierta para cuando Lucía se despertara, y le preparaba el desayuno. Entonces Lucía cogió la leche del frigorífico y se echó menos de medio vaso. Se la calentó 20 segundos en el microondas y se la bebió de golpe. “Qué asco” pensó “Y fíjate que dicen que el desayuno es la comida más importante del día…” Después cogió un bollo de azúcar y se lo metió en la boca. Masticó mucho y se lo tragó haciendo un gran esfuerzo. Luego fue a su habitación a vestirse.
<br />Tom se levantó antes de lo normal. Y además durmió poquísimo, porque temía lo peor. Se levantó de la cama y subió las escaleras hacia la habitación de Daniela corriendo. Corriendo en calcetines, para no hacer ruido. Abrió la puerta y la dejó apoyada a sus espaldas. Se acercó hacia Daniela con unos nervios impresionantes en el estómago. No recordaba haber sentido aquel sentimiento jamás. Se acercó a ella, estaba boca arriba. La miró. Puso un dedo suyo en la nariz de ella, buscando un poco de aire, una respiración. Por la nariz no respiraba. Lo puso en la boca… no podía ser. Su boca estaba cerrada. Tom se puso todavía más nervioso. Le temblaban las manos. Destapó a Daniela y puso su mano en el corazón de ella. Dios mío. No, no latía. Le puso un dedo entre el cuello y la cabeza, para ver si tenía pulso. Entonces cayó sentado hacia atrás. Con los ojos abiertos y la mano extendida. Y sintió morirse. Daniela… había fallecido.
<br />Y ese era uno de esos momentos en tu vida, en los que crees que has nacido para sentir dolor. En los que crees que no pintas nada en el mundo, que naciste por error, un error tan grave que te castiga para siempre. En los que piensas que la felicidad es para los ricos, y tú te crees el más pobre de los infelices. En los que piensas que si pudieras volver atrás serías la persona más feliz del mundo. En los que piensas que ni pensar tiene sentido ya. Que todo se ha acabado, y si se ha acabado es por algo, pero ese algo no tiene sentido, tú no le encuentras ningún sentido. Entonces ya no entiendes nada, tu cerebro se vuelve loco, empieza a recordar todos esos momentos, todos los momentos con ella, sus explicaciones y su forma de hablar, sus besos y sus abrazos, sus aprobados y sus alegrías, su valor para no rendirse y aceptar la realidad, su don, que era el de ser modelo, su oportunidad para seguir adelante… y ahora ella ha muerto. Pero crees que la única víctima eres tú, porque ella no ha sentido el dolor, el dolor te está atrapando a ti, el dolor está en tu corazón, está encima de todos los recuerdos bonitos de tu vida vividos con ella.
<br />El dolor quiere que todos esos recuerdos no se borren nunca, el dolor quiere que te reboten en la cara cada vez que leas su nombre, el dolor quiere que sufras por ella, pero no te lo mereces, ella tampoco se merecía este triste final… Daniela.
<br />Entonces lloras, quizá nunca en tu vida hayas llorado así, gritas, sollozas, y de tus ojos salen lágrimas finas, caen rápidamente de tus ojos, dejando paso a las siguientes, y así sucesivamente. Y gritas, pero no gritas palabras, solo lloras, solo demuestras tu dolor ante el mundo, un dolor que quiere salir pero que se ha quedado atrapado, atrapado para siempre. Y te llenas de preguntas “¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Cuál es la razón lógica si es que la hay?” Y vuelves a gritar, intentas desahogarte pero no te sirve de nada. Crees que estás quemado por dentro, que te vuelves pequeño en ese mundo lleno de desgracias…
<br />Y de repente llega alguien que te intenta calmar, “tranquilo”, te dice “¿qué te pasa?”… y tú no puedes, tú no sabes responder, tu boca no se mueve, sólo grita, sólo llora, sólo intenta demostrar que no se puede desahogar, sólo intenta demostrar que el dolor se ha quedado pegado, pegado para siempre…
<br />El abuelo llegó corriendo y se encontró a Tom llorando, en el suelo.
<br />-¿Qué te pasa? ¿Qué ha pasado?
<br />Entonces el abuelo miró a Daniela. Pálida y sin respirar, probablemente muerta desde varias horas antes. El abuelo se ocupó de todo, de llamar a la policía, de llamar a Model Xpress, de que el cadáver fuese enterrado sin que se hiciera un funeral, como pidió ella.
<br />Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-22274429907869346402011-08-24T16:01:00.000-07:002011-08-24T16:02:54.646-07:00Capítulo Diecisiete.Estaban maquillando a Alexia para las fotos, y después era el turno de Daniela. Les maquillaban perfectamente, y después les hacían peinados impresionantes.
<br />Cuando ya estaban todas listas, entró un fotógrafo, y les explicó que les haría una foto a cada, con un mismo pose. Se tenían que tumbar de lado, mirando a la cámara con cara seria. Todas lo entendieron y empezaron con las fotos.
<br />Unas iban vestidas con pantalones largos, otras con cortos, con jerséis, con chaquetas, con camisetas de manga larga, con blusas, con camisas, con camisetas de tirantes y algunas otras con camisetas de manga corta, pero largas.
<br />Hicieron las 16 fotos en menos de 10 minutos, y después el presentador anunció:
<br />-Vamos a poner las fotos en la pantalla del escenario. Son 16, y cada una estará unos 20 segundos. Recordad, el botón rojo lo tocáis para las que queréis que se eliminen. En esta prueba se eliminarán seis chicas, y en caso de empate, las empatadas repetirán la prueba. Debajo de cada foto aparecerán el número de personas que han querido eliminarla.
<br />-Entiendo… - dijo Lucía. Andrea sonrió.
<br />Apareció la primera foto. Era una chica pelirroja, con los ojos azules, muy-muy guapa. Vestía con unos pantalones largos blancos, con botas rojas y con una camiseta de manga corta pero larga que tenía unas letras rojas y negras. Sólo una persona la quiso eliminar, pero Lucía y Andrea no tocaron el botón.
<br />Y siguieron pasando las fotos. Lucía tocó el botón tres veces, y Andrea dos, cuando iban en la penúltima foto. Era Alexia. Nadie votó que se eliminara. Era la única que no había tenido un solo voto en contra.
<br />La última era Daniela. Tanto Tom como Lucía y Andrea se quedaron boquiabiertos. Ella tampoco tuvo votos en contra.
<br />-¡Esa sí que es guapa!- dijo Andrea
<br />-¡Ya te digo!- Lucía.
<br />Y el presentador siguió.
<br />-Ya tenemos los resultados de las votaciones… No ha habido ningún empate, las eliminadas son: Martina, Selena…
<br />Y dijo otros cuatro nombres.
<br />-Y las que no han tenido un solo voto en contra, han sido: Alexia y Daniela, ¡felicidades!
<br />Daniela y Alexia se abrazaron desde el camerino grande. Y las seis chicas se fueron.
<br />-Señoras y señores, ¡vamos con la última fase! Cada una de las 10 candidatas hará un desfile, y los tres jurados las puntuarán del 0 al 10.
<br />Nadie se había fijado en los jurados pero ahí estaban. Un hombre y dos mujeres, seguramente con experiencia, dispuestos a puntuar lo más estricto posible.
<br />Empezaron a desfilar, con vestidos cortos y largos, las diez participantes. La primera lo hizo bastante mal, seguramente por los nervios de ser la primera. Y después fueron las demás. Diez chicas, tres jurados, muchos números, pero sobre todo, nervios.
<br />Lucía y Andrea miraban como hipnotizadas a todas las chicas aspirantes para modelos. Y la décima, en este caso Alexia, entró en el camerino, y el jurado entregó un sobre al presentador.
<br />-Bueno, pues aquí tenemos el sobre que nos dirá quien se elimina finalmente, y quien acudirá al desfile de Roma, este fin de semana.
<br />-¡Roma!- exclamó Lucía al oído de Andrea- Ahí es donde tengo que ir yo…
<br />Andrea asintió.
<br />-Bueno pues, sin más ni menos, abriré el sobre. Que pasen las diez chicas, por favor.
<br />Las diez participantes salieron al escenario, y se colocaron todas juntas. Algunas iban en tacones, y otras no, pero había mucha diferencia de altura entre unas y otras de todos modos.
<br />-Aquí están nuestras diez bellezas… Se van a clasificar cuatro de ellas. Primero voy a eliminar a tres, y de las siete restantes diré las cuatro con más puntuación es decir; las clasificadas.
<br />La gente aplaudió. Lucía y Andrea se miraron sin saber qué hacer, entonces rieron y se dedicaron a aplaudir.
<br />-Pues, las tres con menos puntuación han sido… Lena, Kate y Miriam.
<br />La gente dijo “¡oooh!” y Lucía y Andrea también. Lena, Kate y Miriam abandonaron el escenario.
<br />-Ahora el momento más esperado… Hay siete participantes, solo cuatro clasificadas… Voy a decir la cuarta con más puntuación…
<br />La gente volvió a aplaudir.
<br />-¡La cuarta con más puntuación ha sido…! ¡¡¡Maya!!!
<br />Maya era la chica pelirroja con los ojos azules que salió la primera en la fase 2. Tras haber recibido la noticia, se adelantó dos pasos, hizo una reverencia, y volvió a su sitio.
<br />-Continuamos… ¡Ahora diré la tercera con más puntuación!
<br />La gente aplaudió más fuerte que anteriormente.
<br />-¡La cuarta con más puntuación ha sido…! ¡¡¡Daniela!!!
<br />Daniela se sorprendió muchísimo, e hizo lo mismo que Maya. Después buscó a Tom entre el público y le sonrió. Lucía se quedó mirándola fijamente. Pensó: “Daniela… ¿podría ser esa la novia de Tom? No, sino Tom estaría aquí…” No le quedó claro.
<br />-Genial, ya solo quedan cinco, pero sólo dos pasarán. Ahora diré las dos primeras, el primer nombre es de la segunda, y el segundo nombre de la primera, ¡no os liéis!
<br />La gente aplaudió más fuerte que nunca. Todos esperaban ansiosos el resultado.
<br />-La segunda con mejor puntuación es… ¡¡¡Alexia!!! Y la primera, la de la puntuación más alta… ¡¡¡Sabrina!!!
<br />La gente aplaudió locamente. Y las tres que no se clasificaron abandonaron el escenario. Y Alexia, Daniela, Maya y Sabrina se abrazaban, saltaban y reían.
<br />Tom no se lo podía creer… Sabrina… Era la sustituta… A la que él salvó la vida, cuando Álvaro la quiso matar…
<br />Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-24403306534682249232011-08-24T16:00:00.000-07:002011-08-24T16:01:50.294-07:00Capítulo Dieciséis.Cuatro horas para la prueba. Lucía salió de clase, a las cuatro como siempre, con un papel que explicaba todo el rodaje en la mochila, e intentó bajar rápido la cuesta hacia su casa, aunque con la muleta difícil, para contarles a sus padres lo del rodaje. Aún no se lo creía ni salía de su asombro. No llevaba ni un año soñando con ser actriz. Un día se dio cuenta de que eso era lo suyo. Y Lucía Ramos era su inspiración. Sus padres no creían que tuviese oportunidades, tampoco había estudiado arte dramático jamás, aunque de todos modos era pequeña. Un día, le salió la oportunidad de hacer una prueba y dos exámenes en clase. Al principio pensó en rechazarlas, pero después la hizo. Poca gente de su clase se animó, aunque de todos modos Lucía fue la única que impresionó a los directores.
<br />Llegó a casa en diez minutos, y según abrió la puerta, gritó:
<br />-Papá, mamá, ¡me han convocado a un rodaje en Roma para una película con Lucía Ramos! ¡Tengo que estar ahí antes de dos semanas y el vuelo y la estancia me lo tengo que pagar yo! ¿Me lo pagáis?
<br />Los padres salieron de la cocina, su madre con los guantes de fregar y el padre con el periódico.
<br />-¡Qué dices Lucía! ¿Cómo que un rodaje? ¿Con qué Lucía Ramos?
<br />Lucía nunca les dijo a sus padres que adoraba a la otra Lucía como actriz.
<br />-¿No recordáis la prueba que hice en clase? Pues me han convocado para un rodaje. Y Lucía Ramos es una súper actriz que además se llama como yo. Tomad, este es el papel.
<br />Lucía sacó de su mochila el papel que lo explicaba todo, se lo dio a su padre y exclamó:
<br />-Leerlo y después me avisáis, ¡espero en mi cuarto!
<br />Lucía fue a su cuarto y se sentó en el escritorio. Solo tenía deberes de matemáticas y quería terminarlos cuanto antes para ir a la prueba de Model Xpress. A los diez minutos, sus padres fueron a su habitación.
<br />-Lucía…
<br />-Pasar.
<br />Estaba bastante nerviosa. Sus padres se sentaron en su cama y empezaron a hablar mientras ella escuchaba.
<br />-Lucía, cuatrocientos euros el viaje y la estancia de un día, es decir, poco menos de mil euros la estancia de todos lo que dure el rodaje…- explicó su padre.
<br />-No podemos permitirlo, eres demasiado pequeña.- dijo su madre.
<br />De los ojos de Lucía cayeron dulces lágrimas.
<br />-Mamá, es mi sueño…
<br />-Hija…- el padre- es tu sueño desde hace nada…
<br />-¡Mentira! Quizá no lleve mucho tiempo deseándolo, pero sé que es mi sueño… Nunca he estado tan convencida de algo, al principio nadie me apoyaba, pero finalmente conseguí que la gente se fijara en mí… Y además voy a ver, mejor dicho, ¡voy a rodar la película con Lucía Ramos!
<br />Seguía llorando. Solo un “vale” o un “sí” la consolarían.
<br />-Pero cariño, eso es mucho dinero.- su madre- ¡Compréndelo!
<br />-Mamá, papá, por favor…
<br />-Ya te hemos dicho que no, y no hay más que hablar. Mientras no nos toque la lotería no te dejaremos ir.
<br />Lucía empezó a llorar más fuerte.
<br />-¡Iros fuera de mi habitación, fuera!
<br />Sus padres se fueron y ella se tiró a la cama, sollozando como una niña pequeña sin su caramelo de limón. Después se dio cuenta de que no terminaría los deberes a tiempo, así que se puso a ello.
<br />Dos horas para la prueba. Lucía llamó a Andrea, para preguntarle si le gustaría ir con ella a ver el casting. Quedaron a las ocho menos cuarto en aquel edificio.
<br />Daniela ya no podía más. Subía las escaleras y las bajaba. Saltaba. Andaba. Bailaba. No podía estar quieta. Después se metió en la ducha, pero no aguantó más de diez minutos. Se preparó, es decir; se peinó y se vistió, y para entonces decidió irse ya.
<br />-Vamos Tom.
<br />Fueron en moto. Salieron por la puerta alrededor de las siete y media, y a menos veinte ya habían entrado. Era un gran escenario, con muchos asientos, como si fuera un cine, o un teatro. Tom se sentó en la fila de adelante, porque los acompañantes de las chicas que harían la prueba tenían las dos primeras filas reservadas. Daniela entró por una puerta que decía: participantes. Era una habitación gigante, con armarios con ropa y zapatos, con cámaras de fotos, con un ordenador, con una pantalla enorme… Y una chica sentada en una silla redonda, en una esquina.
<br />Era rubia, y tenía el pelo largo, larguísimo. Después tenía unos ojos preciosos, verdes claros, muy claros y grandes. No era muy alta pero tampoco se podía decir que era de altura baja. Vestía unos pantalones vaqueros y una sudadera blanca, simplemente. Daniela, tímida y nerviosa, se dirigió a ella:
<br />-Hola…
<br />La chica no parecía tan tímida:
<br />-¡Hola! ¿Tú también participas? Yo también, llevo aquí cinco minutos, pero no ha venido nadie para decirme lo que tengo que hacer… Soy Alexia, ¿y tú?
<br />-Soy Daniela…
<br />Daniela se sentó al lado de Alexia, que le dijo:
<br />-Estás bastante nerviosa, ¿verdad?
<br />-Sí… ¿Tú no?
<br />-Bueno, no mucho…
<br />-¿Has ido a más pruebas?
<br />-A una solo…. Pero no logré nada.
<br />-Vaya…
<br />Y siguieron charlando, conociéndose un poquito mejor, lo cual sería mejor para la prueba.
<br />Cuando Lucía llegó sobre las ocho menos cuarto, Andrea ya estaba ahí. Entraron y se sentaron por la mitad, más o menos.
<br />-Andrea, ¿tú te acuerdas de las pruebas de arte dramático que nos hicieron?
<br />-Em, sí, creo que sí.
<br />-Pues me han convocado para el rodaje, con Lucía Ramos.
<br />-¡¡¡Qué!!! ¡Genial!
<br />-No tanto… es en Roma, y mis padres no me quieren pagar ni la estancia ni menos el viaje.
<br />-¡¿No te dejan ir?!
<br />Lucía negó con la cabeza. Sentía como si le ardiese la garganta, como si quisiera llorar pero no pudiese.
<br />-Vaya, lo siento…
<br />Se abrazaron. Ella era siempre muy comprensiva. Siguieron hablando, intentando cambiar de tema, hasta que, sobre las ocho, ocho y cinco, una voz habló desde el escenario.
<br />-Señoras y señores… Estamos aquí para presenciar una prueba de modelos. Ahora mismo, en el camerino principal, se está realizando la primera fase. Hay tres tallas de ropa, la pequeña, la mediana, y la grande. Sólo pasarán a la siguiente fase las que entren en la talla pequeña y en la mediana. Hay 20 chicas, calculamos que se eliminarán 3. La primera fase no es pública, no la podréis ver.
<br />Daniela y todas las chicas estaban de pie, en fila. Había veinte participantes y diez diseñadores. Les entregaron a cada una, una camiseta y un pantalón de las tallas mediana y pequeña. Tenían sitio para probárselas, se sentaban en una silla para apoyarse y después se ponían de pie. Todas se tenían que probar primero la mediana. A dos no les entraba y a otras dos les quedaba fatal. Esas abandonaron la sala, instantáneamente, y a Daniela le pareció grosero, pero ella pasó la fase, aunque el pantalón, de cintura le quedaba algo grande, por lo que el diseñador le dijo que utilizaría el pantalón de la talla pequeña y la camiseta de la talla mediana. Daniela se fijó en Alexia. Ella tenía que llevar la talla pequeña en pantalón y camiseta.
<br />El presentador anunció:
<br />-Han sido eliminadas cuatro candidatas, y sus nombres son…
<br />Lucía exclamó:
<br />-¡Qué rápido lo han hecho!
<br />-Diana, -continuó el presentador- Marina, Ashley y Mara.
<br />Y entonces algunos de las filas delanteras se fueron.
<br />-La segunda fase tratará de posar para fotografías. Después pondremos las fotos en el escenario, de una en una, y podréis votar con el botón rojo que tenéis en el posavasos. Tocad el botón rojo en la participante que os parezca que se tiene que eliminar.
<br />Andrea opinó:
<br />-¡Qué guay!
<br />Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-63798785741204358002011-08-24T15:59:00.002-07:002011-08-24T16:00:48.513-07:00Capítulo Quince.Día de la prueba. Tom madrugó como siempre. Él también estaba nervioso por la prueba de Daniela. Llegó a clase más pronto que nunca, casi veinte minutos antes. Y para su sorpresa, encontró a Rebeca sentada en una de las sillas de su mesa. Él se sentó en una, enfrente de Rebeca y lo único que le dijo fue un simple:
<br />-Buenos días.
<br />Ella alzó la vista y principalmente no dijo nada. Siguió leyendo un libro, que no parecía de química, sino una simple novela. Entonces Tom abrió su cuadernillo y empezó a repasar. De pronto Rebeca habló:
<br />-¿Lucía viene a estas clases contigo?
<br />Tom pensó que era obvio. Si Rebeca estaba ahí buscando a Lucía, por algo sería.
<br />-Em… sí. ¿Por qué?
<br />Rebeca alzó la vista.
<br />-¿Es asunto tuyo acaso?
<br />-Supongo que no. Aunque de todos modos me lo contará después.
<br />-¿Ah, sí?
<br />-Si lo digo, por algo será.
<br />-¿Tanta confianza hay ya?
<br />-¿Es asunto tuyo acaso?
<br />Tom rió para sus adentros y Rebeca quiso seguirle el juego a Tom.
<br />-Claro, soy su tutora.
<br />-Ya, y por eso tienes que saber quiénes son todos sus amigos y amigas, si tiene novio o no, y de paso el número del pin de su móvil.
<br />Lucía le enseñó a Tom lo que era un pin y su valor, el día que fueron al médico.
<br />-Tengo todo el derecho del mundo a saberlo.
<br />-Claro… Y seguro que sabes su nuevo problema físico.
<br />-¿Problema físico? Ah, sí, ese…
<br />-¿Sabes a lo que me refiero?
<br />-Sí…
<br />-A ver.
<br />-No te lo puedo decir, porque quizá mientas…
<br />-¿Es secreto?
<br />-Más o menos…
<br />En ese momento alguien entró por la puerta pero ellos siguieron conversando.
<br />-¿Tienes idea de lo que me refiero, Rebeca?
<br />Entonces Lucía se presentó en la mesa.
<br />-Me refería a eso.- Tom señaló a la muleta de Lucía
<br />-¡Pero que te pasó!
<br />-Ves como no lo sabías…- Tom
<br />-Me pisaron, más o menos- explicó Lucía.
<br />Tom se calló.
<br />-Ah, vale… Tenemos que hablar, eh Lucía.
<br />-Sí, como siempre.
<br />Tom rió bajito. Rebeca lo ignoró.
<br />-A ver, esta vez es una ventaja para ti.
<br />-Dime.
<br />-Tú siempre dices que quieres ser actriz, y te implicas mucho en ello…
<br />-Sí, así es-
<br />-Bueno, visto el nivel que alcanzaste en la prueba del mes pasado y vista la nota media de los dos exámenes de arte dramático…
<br />Los ojos de Lucía se hicieron grandes.
<br />-¿Sí?
<br />-Vas a asistir a un rodaje.
<br />-¡Genial, genial, genial, genial, genial, genial!
<br />-Será en Italia, en Roma, para ser exactos. La rodarás con muchos actores y actrices, como…- dijo una lista- y también con otra chica, que como tú se llama Lucía Ramos
<br />-¡Bieeeeeeeeeeeeeeeeeen! ¡Gracias, gracias, mil gracias!
<br />Lucía se puso a dar saltos por la clase, a abrazar a Tom y también a Rebeca.
<br />-Unos productores se interesaron por ti, y grabarás una película con ella en Roma, sobre una historia de una familia. Tú personaje será secundario. Pero el viaje y la estancia lo tendrás que pagar tú, o bueno, tus padres…
<br />-¿Qué?
<br />La cara de Lucía cambió completamente.
<br />-Pero no…
<br />-Lo siento, así es todo. Y yo me voy. Te tienes que ir cuanto antes, en dos semanas comienza el rodaje, si no vas, te sustituirán por otra. Adiós.
<br />Lucía se echó en una silla. Sus padres no le darían dinero para eso, sobre todo si iba a perder clase. Entonces empezó a llorar. Pero a llorar de verdad, como Tom nunca vio. Era la oportunidad de su vida, y apenas había posibilidades de que pudiera hacerse realidad. Tom le ofreció un clínex y ella se secó las lágrimas. Todavía era pronto para llorar.
<br />Daniela se despertó un poco antes de un día cualquiera, con nervios por todos los lados. Desayunó poquísimo, por un lado, por los nervios, y por el otro, porque no quería engordar para la prueba. Era a las ocho, y todavía eran las once y media cuando ella salió a por el pan. De paso compró un poco de tila, aunque las palabras de Tom la tranquilizaban bastante más.
<br />Después regresó a casa, y se preparó la tila.
<br />-¿Bien preparada para la prueba?
<br />-Eso creo, abuelo, eso espero.- Se la bebió rápidamente y le alivió un poco esa sensación extraña en la tripa, que le producía cierto malestar.
<br />Luego subió a su cuarto, y repasó todo. Los poses para las fotos, y los distintos desfiles. Con tacones, con botas, con ropas de invierno y con ropas de verano, en chándal, en bikini, en bañador y hasta en traje de esquiar, porque ya no sabía ni qué probarse. Por un lado estaba convencida de que le salía bien, pero por el otro estaba un tanto indecisa.
<br />Cuando Tom llegó, Daniela seguía en su cuarto, y el abuelo estaba al lado de la puerta, como si estuviese esperando a Tom. Y sí, lo esperaba.
<br />-Tom, ahora que Daniela está arriba, quiero hablar contigo, vamos a la cocina.
<br />Tom lo siguió, algo desconcertado.
<br />-Tengo que decirte algo muy grave, que si lo hubiera sabido te lo hubiera dicho antes…
<br />-Dime.
<br />-Verás… Los padres de Daniela se conocieron en un tratamiento para su enfermedad. Ellos tenían una enfermedad, un cáncer muy extraño que afecta al 0,01% de la población, es decir; a poquísima gente. Mirándolos de arriba abajo no parecía que tuviesen nada extraño, pero tenían un punto muy débil, el hombro izquierdo. Siempre llevaban protecciones, desde que nacieron, porque con un golpe en el hombro, su vida podía terminar, no recuerdo ahora los motivos, eran muy raros.
<br />-Vaya…
<br />-Entonces, al tener hijos, el cáncer se multiplicaba sobre ellos. Daniela y su hermano no tienen el hombro como punto débil, tan fuerte es el cáncer en ellos, que el hombro está protegido, pero no el corazón. Son muy sensibles, pero una vez pasados los catorce años, su vida corre peligro. No hay antídoto aún para esta enfermedad.
<br />-¿Y qué me quiere decir con eso?
<br />Tom estaba bastante afectado.
<br />-Anteayer me llegaron los resultados de unos análisis que le hicieron a Daniela hace un par de meses. Tardaron mucho, porque son muy exactos. Y el resultado…
<br />Tom palideció un poco. Y de los ojos del abuelo cayeron finas lágrimas.
<br />-Según esto… Daniela morirá hoy, y si no lo hace, cualquier día de estos…
<br />Tom palideció completamente. No comprendía nada, y si lo comprendía, su cerebro no lo podía aceptar.
<br />-Su padre no murió por la gravedad del accidente, porque Daniela hubiese muerto también. El padre murió porque se golpeó el hombro, como la madre. La madre se lo golpeó en el vuelo, en un momento de mucho movimiento. Y su hermano… él murió por lo sensible que era, y que su madre muriese a su lado, le afectó mucho. Por suerte, con aquellas tres muertes, el corazón de Daniela fue fuerte, y le permitió seguir adelante. Pero ha llegado la hora.
<br />Ambos empezaron a llorar, aunque intentaban relajarse, para que Daniela no se enterara.
<br />-No le digas nada de esto… y vive estos días como si fueran los últimos… porque probablemente lo sean, pero no llores, por favor.
<br />-Lo intentaré…
<br />-Seguramente morirá dormida, es lo más lógico.
<br />-Vale...
<br />-Dejemos de hablar de esto.
<br />-Claro.
<br />Tom se secó las lágrimas y salió. Justo entonces Daniela bajaba las escaleras.
<br />-Tom, ¡ya has llegado!
<br />Se dieron un abrazo.
<br />-¿Qué tal llevas lo de la prueba?
<br />-Genial.
<br />Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-10097626534740470172011-08-24T15:59:00.001-07:002011-08-24T15:59:50.177-07:00Capítulo Catorce.Un día antes para la prueba. Era sábado y todos se despertaron tarde. El abuelo, Tom, Lucía, Daniela. Ah no, Daniela no. Los nervios le impidieron dormir lo que dormía normalmente y madrugó. Cuando Tom despertó, sobre las once y media, se encontró a Daniela tirada en el sofá, con la cámara de fotos en la mano y los ojos medio cerrados. Cuando oyó a Tom levantarse, se movió y se sentó.
<br />-Eh, ¿estabas dormida?
<br />-No, solo descansaba…
<br />-¡Daniela!
<br />-Bueno, a ver creo que sí… pero es que no he descansado nada.
<br />-¿Por la prueba?
<br />-Uf… sí.
<br />Tom se sentó a su lado y le pasó un brazo alrededor de su cuello. Y le susurró al oído:
<br />-Tranquila, cuánto más nerviosa estés, sabes que peor te va a salir.
<br />-Sí, lo sé… Ya he tomado tila para intentar relajarme, pero nada…
<br />-Yo sí que sé un buen truco para los nervios…
<br />Daniela le miró a los ojos.
<br />-Dime, dime…
<br />-Bueno, es muy fácil…
<br />Él hablaba bajito, mirándola a los ojos.
<br />-Tienes que relajarte, pensar en todo lo bueno que tienes ahora mismo… tu casa, tu abuelo, tu vida, yo, tu móvil, tu cuarto, tu manta favorita, la canción que te inspira, tu examen aprobado, tu animal y tu color favoritos, tu mejor recuerdo de la infancia…
<br />Daniela cerró los ojos e intentó relajarse.
<br />-Sigue…
<br />-En tu película favorita, tus prendas de ropa que te sientan bien, en tus preciosos ojos, en lo que más quieres, en lo que más te gusta, en tu coche favorito y en tu moto favorita, en el nombre que te gustaría ponerles a tus hijos e hijas…
<br />Entonces Tom miró a Daniela. Era tan… guapa. Hasta con los ojos cerrados y el pelo revuelto. Respiraba lentamente, y su pequeña naricilla se movía, pero poco, muy- muy poco… Tom se dio cuenta de que Daniela dormía. Entonces se acercó a ella y la besó. Ella ni se inmutó. Tom retiró su brazo de su cuello y se dirigió a desayunar.
<br />Tom, sentado en una silla y con un cruasán de chocolate medio mordido en la mano, recordó la llamada que le hizo a Lucía. La llamada que jamás se revelaría, ni tenía por qué hacerlo. No sabía si había hecho bien en llamarla. En el fondo le apeteció hacerlo. Era agradable hablar con ella. Era como hablar con alguien que conocía de toda la vida, con alguien en quien se puede confiar, alguien como ella… Entonces pensó en quien confiaba en el orfanato. En Alex. No le apetecía recordarle. Le recordaba como un traidor cobarde que lo acompañó pero lo dejó en el camino. Porque en cuanto Tom encontró a Daniela, Alex quiso irse. Simplemente como lo haría un cobarde.
<br />¿Y si Tom hubiese matado a Daniela? Estaría en la cárcel, jamás habría conocido el amor, no habría conocido a alguien tan loca como Rebeca, ni a una adolescente tan encantadora y soñadora como Lucía. Se arrepentía de haber robado una navaja. ¿De dónde la robó? Ah, sí. No se lo quiso decir a Alex. Porque se la quitó a un violento amigo de Alex. Se llamaba Álvaro, pero él decía que le llamasen “Alvo el valiente”. Era un flipado, simplemente. Y Alex seguía todas sus órdenes como si fuera su padre, o su rey. Tom lo odió desde que lo conoció, y siempre conseguía escabullirse de sus órdenes.
<br />Una vez se rumoreó que mataría a la profesora de filosofía. Bueno, no era la profesora, era la sustituta. Era rubia, y de ojos claros, que parecían amarillos, aunque eran verdes en realidad. Se llamaba Sabrina. Y Álvaro quería salir con ella, no se supo si era para que lo sacase del orfanato, o simplemente porque le gustaba. Ella, por muy maja que fuera, no pudo decirle que sí, porque pese a todo, tenía novio. Y Álvaro quiso matarla. Se podía decir que Tom salvó la vida de Sabrina.
<br />Mientras Tom se sumía en sus pensamientos, Lucía acababa de despertar. Estaba tumbada en la cama, destapada, mirando al techo y pensando en todo. Estaba recordando el instante en el que su vida cambió. Cuando repitió. Empezó el curso bastante mal, le costaba mucho estudiar, y ella lo intentaba, pero siempre acababa rindiéndose. Y suspendía bastantes exámenes, aunque más de la mitad los conseguía aprobar. Pero el tercer trimestre fue lo peor para ella. Muchos exámenes y demasiado rápidos. Demasiado temario en pocos días. Y suspendió matemáticas, filosofía, química y lenguaje. Y su nota más alta en las notas fue un ocho, de literatura.
<br />La profesora de literatura no era su tutora, pero en opinión de Lucía, el trabajo de tutora no lo hacía la que lo tenía que hacer, es decir; Rebeca, lo hacía la de literatura, Verónica. Verónica estaba dispuesta a darle clases adicionales casi siempre, por mucho que tuviese cosas que hacer. Y ayudaba a Lucía mucho, muchísimo, hasta a veces en otras asignaturas. Lucía le contaba todo, todo lo que le pasaba como si fuera su mejor amiga y además confiaba mucho en ella. Pero Verónica no consiguió que Lucía pasara de curso.
<br />Después Verónica tuvo que irse a otro colegio, al final de curso. Y Lucía se sintió prácticamente sola, a pesar de tener unas pocas amigas como Andrea, aunque era un año menor que ella.
<br />Entonces Lucía paró de pensar. Saltó de la cama y cogió su bolso, que colgaba de una percha azul. Se sentó en la cama con el bolso en las rodillas y rebuscó. Fue sacando cada objeto que encontraba y dejándolo sobre la cama. Un paquete de clínex medio terminado, con olor a miel. Unas gafas de sol metidas en una funda verde de plástico que cerraba mal. Un par de llaves colgadas en una anilla junto a un llavero en forma de Vespa azul. Un pin en forma de estrella morada, con el borde negro, algo desgastada. Un catálogo de ropa. No, no era un catálogo de ropa. Decía así: “Casting para modelos Model Xpress, nuevos talentos, nuevas caras, nuevas chicas. Pásate y bota tu favorita el próximo lunes a las ocho.” Y después una dirección.
<br />-Hala…
<br />Lucía decidió ir a verlo. Tenía clase, pero después de terminar los deberes podía ir.
<br />Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-57897918264182094202011-08-24T15:58:00.000-07:002011-08-24T15:59:02.301-07:00Capìtulo Trece.Dos días para la prueba. Era sábado y Daniela estaba de los nervios pese a que tenía que pasar todo el fin de semana. Por la mañana estuvo intentando desfilar bien, y la verdad era que no le salía nada mal, pero quizá estaba demasiado tensa por los nervios.
<br />-¿No te cansas?- le preguntó Tom
<br />-Un poco sí, pero tengo que ser fuerte…
<br />Tom puso una cara de comprensión, pensando “claro, claro…” Él se dio cuenta de que aquel día sería aburrido. Sin clase, y con Daniela ocupada a todo momento Tom no tenía nada que hacer.
<br />Fueron a comer alrededor de la una y media, y Daniela comió poquísimo. Tom parecía no comprenderla
<br />-¿No tienes hambre?
<br />-No, quiero decir, sí, pero si como mucho engordaré y no superaré la primera fase.
<br />Tom meneó la cabeza. Esa prueba le estaba fastidiando. Daniela ya no era la misma, y Tom empezaba a pensar en otras cosas que no se relacionaban con ella; Lucía. A las cuatro Daniela tenía que ir a la farmacia, a por unas pastillas de su abuelo:
<br />-Voy en moto, así que tardaré unos veinte minutos.
<br />Entonces a Tom se le encendió una luz en la mente y decidió llamar a Lucía. Subió a la habitación de Daniela y cogió su móvil. Se le había olvidado. Tom ya había cogido el papel con el número, pero no sabía dónde marcarlo. Había visto a Daniela hacerlo un par de veces, marcaba el número y después tocaba el botón verde para llamar. Pero no sabía dónde marcarlo. Entonces encontró un icono que decía “teclado”. Lo tocó y marcó el número despacio: 688.801.659. Después se lo pensó bien. Dos. Tres veces más. Entonces tocó el botón verde y una dulce voz respondió rápidamente:
<br />-¿Sí?
<br />-Em… Hola
<br />-¿Quién eres?
<br />-¿Quién crees?
<br />-¿Tom?
<br />-Em… creo que sí.
<br />Lucía rió.
<br />-¿Tu novia te ha dejado llamarme?
<br />-Está fuera.
<br />-Uf, ¡pues luego borra la llamada!
<br />-¿Y eso cómo lo hago?
<br />-Tocas el botón verde y dónde aparezca mi número le das a borrar.
<br />-Vale…
<br />Se quedaron en un instante silencioso.
<br />-¿Qué querías Tom?
<br />-Llamarte.
<br />-¡Hombre ya! Digo que para qué me has llamado.
<br />-¡Ah! Para hablar contigo… ¿Tú no querías que te llamara?
<br />-¿Me has llamado sólo porque te lo pedí?
<br />-No, quería oír tu voz.
<br />-¿Enserio?
<br />Lucía alegró.
<br />-Yo también te echo de menos, Tom.
<br />-¡Pero si nos vimos ayer!
<br />-Bueno, ya, pero hasta el lunes no creo que nos veamos…
<br />Tom rió.
<br />-Tienes razón…
<br />-¿Y bien?
<br />-¿Qué?
<br />-¡Cuenta algo!
<br />-¡Ah! Pues… no sé. ¿Qué tal tu pie?
<br />-¡Oh! ¡Por fin te has acordado de mí! Nada, pues tengo revisión esta tarde. Mis padres están muy pesados con “haber tenido más cuidado” y cosas así…
<br />-Vaya…
<br />-Bueno, pero creo que se me curará pronto. Lo malo es que tendré que estar con la muletita…
<br />-¿No te gusta?
<br />-¿Ir con muletas? N-O
<br />-Vale.- rió Tom- Yo no creo que esté tan mal… es como si sustituyera tu pie.
<br />-Digamos que sí… Pero yo prefiero mi pie.
<br />-Supongo…
<br />Se quedaron en silencio un rato.
<br />-Tom.
<br />-Dime.
<br />-¿Tienes carné de conducir?
<br />-No.
<br />-¿Carné de moto o moto?
<br />-No y no.
<br />-¿Tú que hacías antes de venir al Zurbarán?
<br />-Vivía en un orfanato.
<br />Lucía palideció.
<br />-Pero… ¿por qué?
<br />-Mis padres murieron en un accidente de coche y mi familia no quiso hacerse cargo de mí.
<br />-Vaya… ¿y te adoptaron?
<br />-No. Normalmente sólo adoptan a bebés.
<br />-¿Entonces?
<br />-Bueno, con dieciocho años tienes oportunidad de irte.
<br />-Ah, claro… ¿Y a dónde fuiste?
<br />-A casa de Daniela.
<br />-¿Tú la conocías?
<br />-No, ella era la hija del hombre que se chocó con mis padres en el accidente.
<br />-Ah… ¿y para que fuiste donde ella?
<br />-Para conocerla.
<br />-¡Jáh! Fuiste para vengarte.
<br />-No.
<br />-Anda, ¡admítelo!
<br />-Bueno, sí, pero me enamoré.
<br />Lucía volvió a sentirse hundida.
<br />-Ah…
<br />-No me había enamorado nunca.
<br />-Entonces puede que no estés enamorado.
<br />-Por poder, puede ser… pero sí que lo estoy.
<br />Lucía tuvo otro pinchazo en el corazón, y ya no aguantaba más.
<br />-¿Me has llamado para contarme que estás súper enamorado de una y para que yo me lo trague?
<br />Tom no supo cómo reaccionar.
<br />-Pues… perdón si te ha molestado.
<br />-¡Perdón si me ha molestado NO! ¡Perdón por haberme molestado porque sabes claramente que me ha molestado!
<br />-Vale, vale, perdón, tranquila, relájate…
<br />Se quedaron en silencio y Tom oyó ruidos extraños al otro lado de la línea.
<br />-Lucía ¿qué son esos ruidos?
<br />Los volvió a oír. Eran como sollozos.
<br />-Lucía, ¿estás llorando?
<br />Entonces el ruido paró.
<br />-Bueno, si no me hablas, cuelgo…
<br />-Pues adiós.
<br />-Bueno, voy a colgar…
<br />-Adiós.
<br />-Cuelgo…
<br />-Adiós.
<br />-Lucía, ¿cómo se cuelga?
<br />Ella rió débilmente.
<br />-Dale al botón rojo.
<br />-Ah vale.
<br />-Y no te olvides de borrar la llamada.
<br />-Claro, claro…
<br />-Adiós.
<br />-Adiós bonita.
<br />Y Tom colgó. Después pulsó el botón verde y no tuvo dificultades para borrar la llamada. Posó el móvil donde lo había encontrado y se fue al salón a ver la tele. Al poco rato llegó Daniela con la bolsita de la farmacia, y no sospechó nada.
<br />Por otro lado Lucía seguía dándole vueltas a un detalle. “Me ha llamado bonita…” pensaba.
<br />Y entonces se tumbó en la cama, con el móvil todavía en la mano y con los ojos humedecidos, y empezó a pensar en Tom. En su curioso encuentro cuando fue a aconsejarle algo para lo que le pasara con la “cabezahueca”. En el momento en el que le dio su número. Cuando descubrió que Tom no tenía móvil. Cuando él la llevó al médico… Y además acababa de hablar con él. Tom le parecía… perfecto.
<br />Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-89613354699675305332011-08-24T15:57:00.000-07:002011-08-24T15:58:07.156-07:00Capítulo DoceTres días para la prueba. Era viernes, ya último día de la semana y último día en la escuela, hasta el lunes, para Tom. Cuando llegó a la clase estaba Eddie tumbado en la mesa y dormido. Tom se sorprendió, y se sentó en frente de él. Decidió sacar el cuaderno para ir repasando algo. Entonces vio el teléfono de Lucía. Y sintió un cosquilleo extraño en la tripa. No sabía cómo iba a reaccionar ella al verle, después de descubrir a Daniela. Y entre pensamiento y pensamiento, alguien abrió la puerta. Como desde su asiento no podía ver quien era, por si acaso, guardo el papel y se puso a repasar el cuarto tema. Era Lucía.
<br />Apareció delante de él y se puso al borde de la mesa, mirando a Eddie, con cara de asco. Tom la miró. Llevaba el pelo suelto, y muy liso, más que lo normal. El flequillo le llegaba casi a los ojos, que transmitían tantas cosas sin decir nada… Desde sus orejas colgaban un par de pendientes en forma de aro, y vestía un vestido veraniego, pese a que el verano estaba a punto de finalizar, azul claro y de tirantes muy finos. Después tenía un cinturón de tres cuerdas que formaban una trenza, del mismo color de su chaqueta larga rosa. No le veía el calzado, pero debía ser muy fino, porque sus pisadas no se oyeron cuando entró. Lucía se dirigió a Tom y le preguntó:
<br />-¿Este lleva aquí desde que tú has llegado?
<br />-Sí, en cuanto llegué me asusté al verlo así, pensando que estaba muerto o algo… pero no, solo duerme.
<br />Lucía sonrió. Pese a su ligero enfado, él aún conseguía hacerla feliz. Tom cambió de tema.
<br />-¿Aún sigues enfadada por lo de ayer?
<br />Lucía miró al suelo. Su cabeza se llenaba de respuestas, pero ninguna le parecía adecuada. Entonces optó por una, pero no le miró a los ojos.
<br />-¿Tú qué crees?
<br />Entonces Eddie se movió, dando una vuelta por la mesa, aún dormido, y cayó al suelo, o bueno, mejor dicho, cayó al pie de Lucía. Su grito demostraba su dolor:
<br />-¡Auuuuuuuu!
<br />Intento apartarse pero no podía, entonces Tom cogió a Eddie, que ya se iba despertando y lo volvió a subir a la mesa, y cogió a Lucía y la sentó sobre sus rodillas. Le quitó el zapato, sí que era fino, una bailarina rosa con un lacito encima. Cuatro de sus cinco dedos, se salvó el meñique, estaban rojos.
<br />Ella intentaba no llorar, intentaba ser fuerte, pero cuando Tom empezó a tocarla con sus frías manos para intentar aliviarla, un par de lágrimas cayeron de sus preciados ojos. Apoyó su cabeza en el hombro izquierdo de Tom, y sollozaba en un volumen muy bajo. Entonces Tom se fijó en algo que había en el suelo. Era una nota. Se estiró con Lucía todavía en brazos, alargó un brazo y la cogió. En ella decía: “Chicos hoy no podré daros clase. He hablado con el director y hasta las diez y media podéis estar repasando cualquier asignatura.”
<br />Tom pensó que seguramente Eddie la habría tirado sin querer al dormirse. Lucía leyó la nota, y después exclamó:
<br />-Tom dile al director que me llevas el médico. Vamos en mi bicicleta, creo que me he roto algo.
<br />Tom se levantó con Lucía en brazos y se dirigieron al despacho del director. Se lo explicaron todo y él rellenó un permiso por si se lo pedían en el médico, diciendo que él autorizaba la ausencia de Lucía Ramos en clase y su asistencia al médico. Tom guardó el papel en el bolsillo y se llevó a Lucía.
<br />-He venido en bici al colegio.- decía ella- ¿La cogemos y me llevas?
<br />-Claro.
<br />-Yo te diré el camino.
<br />Y así fue. Lucía iba sentada en el sillín con los pies más atrás posible, agarrada a la cintura de Tom, cuál iba con los pies en los pedales, pedaleando, y con las manos en el manillar.
<br />-Ahora gira a la derecha y ya llegamos.
<br />Tras un viaje de diez minutos, la mayoría en liso, por no decir todo el viaje, llegaron al ambulatorio. Entraron dentro y Tom no supo que hacer.
<br />-Vamos a la planta tres, podemos subir en el ascensor.
<br />-Vale, vamos.
<br />Entraron en el ascensor y Tom pulsó el tres. Lucía ya había dejado de llorar, aunque aún le dolía mucho el pie. Se quedaron en silencio, y Tom no aguantaba más.
<br />-Aún no me ha quedado claro si sigues enfadada o no.
<br />Lucía no quiso mirarle.
<br />-Ah, ¿no?
<br />-Pues… no.
<br />Lucía estaba molesta en aquella situación, y no encontraba respuestas.
<br />-¿Tú como estarías si fueses yo?
<br />Tom se lo pensó un rato. Pero el ascensor llegó al tercer piso, y al abrirse las puertas, la conversación pareció terminar.
<br />-Toca la puerta ahí.- Señaló Lucía.
<br />Tom tocó la puerta, y una mujer no muy mayor y poco atractiva abrió la puerta:
<br />-¿Sí?
<br />Tom iba a decir algo pero Lucía se adelantó:
<br />-Necesito que me mire el pie. Se me ha caído un peso de unos sesenta kilos encima, y no sabe lo que me duele…
<br />-Pasen, pasen…
<br />Tom y Lucía entraron, y él la dejó sentada en una de las dos sillas. Él se sentó en la otra silla.
<br />-El peso, ¿qué era? Una piedra, un trozo de madera…
<br />-No, no nada de eso- explicaba Daniela- se me ha caído una persona.
<br />-¿¡Una persona!? Bueno, venga a la camilla que se lo miraré.- Después se dirigió a Tom.- Usted espere aquí.
<br />Tom asintió, y Lucía y la doctora entraron en otra sala, que no tenía puerta, entraron por un hueco ancho y no muy alto. Tom escuchaba.
<br />-Túmbese aquí.
<br />Y oía ruidos del papel de la camilla arrugándose por la estancia de Lucía, entre ligeros “¡Au!” y “¡Ai!”. Después oyó un “vale” de la doctora, y Lucía se puso las bailarinas y ambas salieron.
<br />La doctora se sentó en la silla de su escritorio, cogió un papel y preguntó:
<br />-¿Nombre?
<br />-Lucía Ramos
<br />-Vaya, ¡como lo actriz!
<br />-Sí.- Lucía se sintió halagada- Aunque mi segundo apellido no es el mismo que el suyo…
<br />-¿Cuál es tu segundo apellido?
<br />-Flores.
<br />La doctora lo apuntó todo, mientras decía para sí:
<br />-Lucía Ramos Flores.
<br />Y continuó con las preguntas:
<br />-¿Edad?
<br />-Trece, pero para los catorce no me falta nada.
<br />-¿Grupo sanguíneo?
<br />-Em…- Lucía dudó- Creo que A positivo.
<br />-¿Crees?
<br />-Sí.
<br />-¿No es fijo?
<br />-No.
<br />-Bueno, pues no lo apunto.
<br />Lucía asintió.
<br />-¿Has traído tu tarjeta de sanidad?
<br />-No, pero, ¿no puedes buscarme en el ordenador?
<br />-Claro, pero sabiendo el número es mucho más fácil.
<br />-Sé que empieza por muchos ceros.
<br />-Vale.
<br />Lo de los muchos ceros no era de gran ayuda, o mejor dicho, no servía para nada porque era obvio. La doctora tecleó Lucía Ramos Flores en el ordenador y no tuvo problemas porque solo le aparecieron dos, y una tenía cuarenta y dos años.
<br />-Vale, te he encontrado.
<br />-¿Me vas a decir ya lo que me pasa?
<br />-Claro. Tienes una fisura en los dos primeros dedos del pie. Necesitarás tratamiento, y de mientras llevarás una venda
<br />-¿Y el tratamiento cuándo…?
<br />-Avisaremos a tus padres, pero será pronto, porque además necesitarás revisiones mensuales.
<br />-¿Es muy grave?- intervino Tom.
<br />-No, pero le prestaremos esta muleta, con una es suficiente.
<br />Sacó una muleta de un armario y se la entregó a Lucía. Ella dio las gracias.
<br />-Pues entonces ya le avisaremos, pueden irse.
<br />-Adiós.
<br />-Adiós.
<br />Salieron por la puerta y volvieron en bicicleta. Tuvieron ciertos problemas para llevar la muleta, porque molestaba, pero llegaron sanos y salvos.
<br />Después Lucía regresó a clase, y Tom se fue a su casa, sin decirle a Daniela el por qué verdadero de su retraso, y sin saber si Lucía seguía enfadada.
<br />
<br />Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-40873781262187206182011-08-24T15:56:00.000-07:002011-08-24T15:57:18.316-07:00Capítulo Once.Cuatro días para la prueba. Tom se despertó como el día anterior, dispuesto a repasar más química en el colegio Zurbarán. Se despertó y encendió la luz de su habitación desde el interruptor situado al lado de la cama, y se quedó tumbado en ella, despierto, mirando al techo. No le apetecía levantarse, aunque estaba acostumbrado a madrugar, por el orfanato. Se quedó pensativo. Daniela. Lucía. Rebeca. Alex. Pensó en Alex. ¿Qué habría sido de él? Recordó su despedida. Alex confesó a Tom que era homosexual, y decidió irse, porque Tom encontró a Daniela, a quien buscaba, pero él todavía tenía que seguir adelante. Entonces entre pensamiento y pensamiento a Tom le entró hambre y decidió levantarse y desayunar.
<br />Tom se vistió y salió de casa calculando llegar antes de las nueve. Para cuando llegó Lucía y el profesor ya habían llegado. Pero de todos modos no llegó tarde. Y aquel día, como en el anterior aprendió mucho. Al final de la clase, cuando el profesor, Mario y Eddie ya se habían ido, Tom se dirigió hacia Lucía:
<br />-Eh, Lucía Ramos.
<br />-¿Qué?
<br />-He perdido tu teléfono.
<br />-Pobrecito, necesitabas mi ayuda y no tenías mi número… anda dame tú el tuyo y ya te llamo yo.
<br />Tom se quedó pensativo.
<br />-¿Qué, no te lo sabes?
<br />-No, no es eso…
<br />-Entonces- Lucía fingió entristecerse.- no me lo quieres dar…
<br />Tom cerró los ojos y suspiró.
<br />-No tengo móvil.
<br />Lucía estalló en una carcajada. Tom la miraba fijamente. Sí que era guapa, sí.
<br />-¡Qué pringao!
<br />Tom también rió.
<br />-Anda tu tranquilo que te lo vuelvo a apuntar, aunque no sé de donde me llamarás…- y escribió su número en un trozo de papel y lo dejó en la mesa. Entonces Tom dijo algo… algo que no tenía que haber dicho:
<br />-Desde el teléfono de Daniela.
<br />La cara de Lucía cambio de repente. Sus ojos parecían más pequeños y su cara más pálida.
<br />-Qui… ¿Quién es Daniela?
<br />Tom se quedó sin respuesta. Lucía lo miraba a los ojos, pero él quiso apartar la mirada.
<br />-Una… una amiga mía.
<br />-Ya…
<br />Daniela cogió su mochila y se fue, dando un leve portazo. Tom seguía mirando al suelo. Alzó la cabeza y vio el número de Lucía, escrito en una nota, y la nota sobre la mesa. La cogió, y la guardo en su cuaderno, entre la portada y una hoja, para que no se moviese y para que Daniela no la viera.
<br />Tom regresó a casa a su hora, y Lucía a clase.
<br /> A Lucía le tocaba clase de lengua. En lengua las parejas se cambiaban para hacer todo tipo de trabajos, y Lucía se sentaba al lado de Andrea, una simpática e inteligente chica de su clase. Lucía pensó que, si tan inteligente era para todo, podía ser también buena consejera. De modo que, en un momento en el que la clase hablaba bastante alto y nadie les podía oír, Lucía le preguntó a Andrea:
<br />-Andrea…
<br />-Dime.
<br />-Necesito preguntarte una cosa, y que me aconsejes lo mejor.
<br />-A ver, cuéntame.
<br />-¿Nos podemos enamorar de personas cinco, bueno casi cuatro años mayores que nosotros?
<br />Andrea no se lo pensó mucho y en seguida respondió:
<br />-¡Claro! El amor no entiende de edades, de sexos ni de razas. Además, parezca o no, cuatro años es poco tiempo de diferencia.
<br />-¿Tú crees?
<br />-Sí. Ya verás, tú pregúntales a tus padres, seguro que no son de la misma edad… por ejemplo mi madre tiene tres años más que mi padre, es algo normal. Y si quieres un consejo… yo creo que lo mejor será adivinar si ese chico tiene novia. Si no la tiene, intenta adivinar si le gustas tú, y simplemente lánzate. Y si la tiene… adivina cosas sobre ella e intenta superarla.
<br />-¿Y tú y tu novio, cuántos años os lleváis? Ya seguiré tu consejo.
<br />-Bueno, él es sólo un año mayor que yo.
<br />Lucía sonrió.
<br />-Gracias.
<br />-De nada, para eso están las amigas. Bueno, sigamos con la redacción.
<br />Lucía miró a Andrea. Además de simpática e inteligente era guapísima. Lo tenía todo. Lucía pensó en Tom, y en todo lo ocurrido. Si todo fuera tan fácil para ella…
<br />En cuanto Tom llegó a casa sorprendió a Daniela ensayando unas poses con el temporizador de la cámara activado. Sabía que pasaría la prueba de las tallas, así que ensayaba la de los poses de fotos, aunque sin maquillarse, porque la maquillarían allí.
<br />-Hola Tom.- Daniela cogió la cámara y la apagó.- ¿Qué tal hoy en clase?
<br />-Genial.- Tom sonrió.- Y tú… ¿qué hacías?
<br />-Nada…
<br />-¡Dani que te he visto!
<br />-Ah bueno, estaba ensayando unas poses y haciéndome unas fotos, no es nada…
<br />-¿Me las enseñas?
<br />-¿Cuáles?
<br />-Las fotos, claro.
<br />-Es, es que han quedado un pelín mal…
<br />-Anda, Daniela, enséñamelas…
<br />-Es que salgo… ¡fea!
<br />-¡Cómo vas a salir fea si no eres fea!
<br />Daniela se sonrojó y le dio la cámara a Tom. Él la encendió.
<br />-¿Qué botón hay que tocar para verlas?
<br />-Trae anda.
<br />Daniela le quitó la cámara a Tom y tocó el botón para ver las fotos.
<br />-Se pasan dándole a este.- Señalo Daniela
<br />Tom empezó a ver las fotos. Tenía muchísimas, parecía que llevaba horas posando ante la cámara. Las primeras eran de cuerpo entero. Daniela feliz. Daniela seria. Daniela riendo. Daniela triste. Daniela… simplemente como era ella. Las siguientes eran del cuello hacia arriba. Con el pelo suelto, con coleta, con los ojos muy abiertos o con los ojos entrecerrados, con la boca cerrada o con la boca abierta… Decenas de fotos de Daniela. Y Tom las miraba con un brillo especial en los ojos. ¿De verdad sentía algo por ella? Claro, por supuesto que sí.
<br />Tom terminó de mirarlas y le devolvió la cámara a Daniela. Él aún seguía asombrado por las fotos.
<br />-¿Tan fea he salido?
<br />-¡Qué dices, si son fantásticas!
<br />Daniela volvió a sonreír. Tom la besó disimuladamente y fueron a comer.
<br />Por la tarde Daniela editó las mejores fotos en el ordenador, junto a Tom. Ponía más claridad en sus ojos y más moreno en su rostro. Coloreaba más los labios y hacía que el pelo brillase más. Y entonces sí que quedaba guapísima.
<br />-¿Tom, quieres que imprima alguna foto para ti?
<br />-¡Sí!
<br />-¿Sabes lo que significa imprimir, verdad?
<br />-Claro, claro ya lo hice alguna vez en el orfanato, ¿eh?
<br />Y ambos rieron. Y Daniela imprimió una foto de su cara a tamaño real, es decir, de todo el folio, y se la entregó a Tom. Él la dobló por la mitad de la mitad tras haberla mirado muchas veces, y la guardó en su cartera .
<br />Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-85219766784190386682011-08-24T15:55:00.002-07:002011-08-24T15:56:23.975-07:00Capítulo Diez.Tom llegó a casa y Daniela lo recibió con una cara algo triste, o podría ser de enfado. Estaba tirada en el sofá, mientras su abuelo fregaba los platos. Tom se sentó a su lado y le susurró al oído:
<br />-¿Qué te pasa?
<br />-Nada…
<br />Daniela quería evitar responder a esa pregunta, y sin mirar a Tom, sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas, pero las lágrimas se quedaron tambaleándose en sus ojos.
<br />-Dani…
<br />Tom la miraba fijamente, buscando su mirada. Entonces Daniela lo miró, haciendo que las lágrimas cayeran, pasando por sus mejillas, parándose en la barbilla, queriendo caer pero sin poder. Daniela le entregó una nota y se fue.
<br />A Tom le sonaba esa nota. La desplegó. El número de teléfono de Lucía Ramos. Pero había otra nota. Con otra letra, que le sonaba más aún, la de Daniela. La abrió y la leyó “Tom… ¿qué haces con el número de otra chica? Esto sí que no me lo esperaba para nada. Daniela.”
<br />Tom se quedó boquiabierto, y se dirigió hacia la habitación de Daniela. En el suelo, justo antes de la puerta, había un papel con un bolígrafo. Él lo entendió, cogió el bolígrafo y escribió algo. Algo que duró bastante. Tocó la puerta y metió la nota por debajo. Entonces se sentó al lado de la puerta, esperaría allí la respuesta.
<br />Daniela miró a la puerta y vio la nota. Tenía miedo a leerla. Sabía que Tom había tardado en escribirla, porque lo oyó llegar, y desde que llegó hasta que tocó la puerta… pasó un tiempo. Y tenía miedo de su contenido, porque sabía que era larga. Finalmente la cogió y la leyó, decía así: “Dani… no, no me has entendido. Quiero pedirte perdón porque quizá no te cuento las cosas, las cosas que me pasan fuera… Ese teléfono es de una niña que he conocido en clase que se llama Lucía. Es de primero de la E.S.O., bueno, ha repetido así que de la edad de alguien de segundo. Fue ella la que me dijo lo de la profesora, es solo una niña. Y te preguntarás porque tengo su número de teléfono… pues porque ella me dijo que cuando quisiera, la llamase, para que le contase más cosas que pasaban sobre la profesora, o para cualquier cosa. Era una niña muy maja, por eso tengo su teléfono, supongo. Si quieres no le llamo nunca, y tira su número si te apetece, pero por favor, perdóname. Si quieres perdonarme, abre la puerta, he bajado pero he vuelto a subir. Estoy enfrente… tú decides.”
<br />Daniela se sentía extraña. Sentía como si le ardiesen los ojos, como si no tuviera lágrimas pero quisiera llorar. Le picaban un poco y se los frotó, haciendo que le quedasen más rojos, de manera que parecía que había llorado de verdad. Entonces se levantó, y dejó la nota en la mesilla. Quizá sería por el agobio del momento, pero sentía algo de mareo, y poca estabilidad al caminar. Llegó hasta la puerta y puso su mano en el mango. Entonces se lo pensó, una y otra vez. Giró el mango redondo y dejó la puerta abierta, pero apoyada a su marco, y volvió a su cama, y se tumbó.
<br />Tom vio la puerta abierta. Él estaba sentado en el suelo, pero decidió levantarse, para volver a intentar que Daniela le perdonara. Se puso de pie, y abrió la puerta, lentamente. Ella estaba prácticamente en la penumbra, con la persiana de la única ventana medio bajada y la luz apagada. Él se acercó en tinieblas y llegó a la cama. Se sentó, y buscó su cara. Estaba mirando hacia la pared contraria a la posición de Tom. Él empezó a acariciar su pelo, suavemente. Entonces ella movió la cabeza y lo miró a los ojos.
<br />-¿Me perdonas?- preguntó Tom
<br />Daniela se lo pensó durante un rato, aunque la respuesta la tenía más que clara:
<br />-Claro que sí.
<br />Tom sonrió, y ella también.
<br />-Bueno, me voy, no vaya a ser que venga tu abuelo.
<br />-Vale.
<br />Tom se fue, más animado y algo más contento hacia su habitación. Se tumbó en la cama. Pensó en Lucía… si Tom no la hubiese conocido, en aquel momento no acabaría de perdonar a Daniela. Si no la hubiera conocido no habría descubierto a la actriz Lucía Ramos. Si no la hubiese conocido… no estaría en los cursillos para química, porque probablemente se habría dejado besar. O quizá tampoco estaría en el Zurbarán, porque el beso lo aterrorizó y decidió irse, todo probablemente.
<br />Mientras Tom pensaba y daba vueltas a su cabeza, el teléfono de Daniela empezó a sonar. Sonaba desde el salón. De repente el tono de llamada paró y Daniela cogió la llamada:
<br />-¿Sí?
<br />-Perdone, ¿es usted Daniela Watt?
<br />-Sí, soy yo, ¿Qué desean?
<br />-Llamábamos para comunicarle que ya tenemos el resultado de su examen recuperado. Ha aprobado.
<br />-¿Enserio?- Daniela estaba alucinada y feliz a la vez- ¡Qué bien!
<br />-Sí, bueno, es que no ha aprobado solamente, sino que ha sacado la mayor nota… tiene un nueve coma seis.
<br />-¡Genial!
<br />-No podrá obtener la beca este año, ya se lo comunicamos, si no me equivoco.
<br />-Sí.
<br />-Bueno, le vamos a enviar una copia de su examen corregido por e-mail, no hace falta que venga a verlo.
<br />-¡Perfecto! Pues… ¡gracias!
<br />-A usted, Daniela, adiós.
<br />-Adiós.
<br />Para cuando Daniela colgó el teléfono, su abuelo y Tom ya estaban asomados, y ella fue la primera en hablar:
<br />-¡He aprobado!
<br />Y, para no levantar sospechas, se dirigió hacia su abuelo y lo abrazó.
<br />-Genial, cariño.
<br />-Qué bien, Daniela.- sonrió Tom.
<br />Su abuelo volvió a la cocina y entonces Tom besó a Daniela. Ambos se sentaron en el sofá a ver la tele, y el abuelo se fue a visitar a unos amigos.
<br />Tom y Daniela charlaban tranquilamente, cuando el móvil de Daniela volvió a sonar. Ella cogió la llamada rápidamente:
<br />-¿Sí?
<br />-Hola, buenos días, venimos de la agencia “Model Xpress”. Tenemos paparazzi que trabajan para nosotros, y que hacen fotos buscando a nuevos talentos por la calle. Te hemos descubierto y nos gustaría hacerte una prueba, en Madrid. ¿Está usted interesada? Le enviaremos un e-mail con la fecha y la dirección exacta.
<br />-Pues, la verdad es que puede que asista.
<br />-Bueno, usted lea el e-mail, que se lo enviaremos ahora, y entonces piénseselo y responda al e-mail. Pero recuerde que esto quizá sea una oportunidad única.
<br />-Y… ¿qué tendré que hacer en la prueba?
<br />-Toda la información estará en el e-mail.
<br />-Pues… ¡gracias!
<br />-A usted, bellísima.
<br />-Adiós.
<br />-Hasta pronto.
<br />Daniela colgó y se quedó pensativa.
<br />-¿Quién era?
<br />-Me han ofrecido una prueba de modelos aquí, en Madrid. Me enviarán un e-mail con la dirección y todo lo demás. No sé si ir…
<br />-¡Claro que tienes que ir!
<br />-Pero, es que yo no sé nada de modelos ni nada…
<br />-Para eso no hace falta saber nada… solo hay que ser guapa.- Tom le guiñó un ojo a Daniela. Ella rió.
<br />-Bueno pues… si me acompañas, voy.
<br />-¡Claro que te acompaño!
<br />-Pues entonces, ya veremos.
<br />Tom fingió enfadarse:
<br />-¿Ya veremos? ¡Has dicho que sí yo te acompañaba, ibas!
<br />-Bueno, primero leeré el e-mail-
<br />-Bueno, vale…
<br />Entonces leyeron el e-mail, y a Daniela le quedó todo claro. Ella tenía que ir sin maquillaje, y vestida como quisiera. Ya allí, le probarían prendas de ropa de tres tallas. Si a ella le valían alguna de las dos más pequeñas, seguiría adelante con la prueba. El segundo paso sería dejarse maquillar y hacerse tres fotos, posando de tres formas que ya les dirían. Si las fotos les convencían, irían a la tercera y última fase de la prueba: desfilar. Los jefes de la prueba recomendaban ensayar el desfile.
<br />Finalmente Daniela decidió asistir. Lo malo era que para la prueba sólo quedaban cinco días. Comenzaba la cuenta atrás.
<br />Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-22586164302857525462011-08-24T15:55:00.001-07:002011-08-24T15:55:47.636-07:00Capítulo Nueve.Tom volvió a madrugar a la mañana siguiente, pero no despertó a Daniela, tal y como acordaron la noche anterior. Tom estaba algo nervioso, aunque se intentaba tranquilizar. Su miedo no era perder el trabajo, porque Lucía le dijo que podía ocurrir, su miedo era la información que le podía haber dado Rebeca al director.
<br />Llegó antes de la hora prevista para profesores, y el director lo recibió:
<br />-Tom, quería hablar contigo.
<br />Tom asintió y siguió al director.
<br />-Rebeca me ha dicho como tu nivel no es apropiado para la E.S.O. Entonces, como tú pides poco dinero y la escuela no está para regalar dinero a nadie, no voy a despedirte, bueno, eso lo tengo claro, pienso que por mucho que tu nivel no sea muy alto, puedes sustituir a Rebeca y dar clase a los alumnos de primero de la E.S.O., son veinticinco, pero solo hay una clase.
<br />-Pero, si no tengo en el nivel…
<br />-Tranquilo, empezarás a trabajar el mes que viene, tendrás un mes para ir a unas clases adicionales de química que ofrece el ayuntamiento a cada colegio de la comunidad. El cursillo tiene dos horas posibles: de lunes a viernes de 9 a 10 y media de la mañana, o de lunes a jueves de 5 a 6 y media de la tarde y el sábado de 10 a 11 y media de la mañana. Esas son las dos opciones posibles.
<br />-Escojo la primera.
<br />-Muy bien, irás tú junto a alumnos repetidores de primero de la E.S.O.
<br />-¿Y quiénes son?
<br />-Bueno, no sé si los conocerás, son dos: Eddie Vegas y Mario Vegas, son primos y siguen el mismo ejemplo desastroso de sus padres.
<br />Tom se quedó algo decepcionado, por un momento creyó que podría ir Lucía con él.
<br />-Ah, y olvidaba –dijo el director- a Lucía Ramos. No comprendo por qué repitió… es encantadora.
<br />-Sí, yo tampoco lo comprendo.
<br />-¿La conoces?
<br />-Sí, bueno, solo hablé con ella ayer, pero me pareció simpática, y sobre todo encantadora.
<br />-Muy bien, pues tieness media hora hasta las nueve, puede ir al salón de actos, donde será la clase, y repasar.
<br />-¿Repasar?
<br />-Ah, perdona, que olvidadizo soy, aquí tienes el cuadernillo. –el director entregó a Tom un cuaderno con anillas extrañas, en blanco y negro.
<br />-Gracias, señor.
<br />-De nada, Tom.
<br />El director pensaba que Tom era un buen hombre. Un muy buen hombre. Y no se equivocaba, no. Tom fue al salón de actos. Le pareció enorme, era enorme. No sabía dónde sentarse, pero de repente vio una mesa con un letrero en el que ponía: “C.A. Química” Tom comprendió que “C.A.” significaba clases adicionales. Él era verdaderamente inteligente.
<br />Hojeaba el cuadernillo. El primer tema era fácil. El segundo era el que oyó explicar a Rebeca al día anterior, y también le pareció fácil. En el cuadernillo sólo había teoría y ejercicios que venían ya hechos. Las prácticas las hacían a parte en folios.
<br />A las nueve en punto, en cuanto sonó la sirena, alguien abrió la puerta muy fuertemente, la cerró con un portazo y corrió hacia la mesa. Desde la mesa no se veía la puerta, unas estanterías la eclipsaban. La persona llegó a la mesa. Lucía Ramos. No la actriz, Lucía, la encantadora niña de…
<br />-Lucía, ¿cuántos años tienes?
<br />-Eh, tú, ¿primero me podrías decir hola al menos no? Tengo trece pero haré catorce muy pronto.
<br />-Ah, pues HOLA- Tom rió y Lucía le siguió.
<br />Pues, como iba diciendo, no la actriz, Lucía, la encantadora niña de trece años pero catorce pronto.
<br />-¿Me vas a dar tú la clase del ayuntamiento hoy?- preguntó Lucía.
<br />-Sí, claro… -Tom irónico- No, yo vengo como tú.
<br />-¿Vienes a aprender?- Lucía río- Por favor…
<br />-Eh, que tengo dieciocho, solo cuatro cinco casi cuatro menos.
<br />-Bueno, cuatro es poco, pero aun así…
<br />Y ambos rieron.
<br />-¡Ah!- exclamó Lucía- Te he traído una cosa, aunque no sabía si ibas a venir fijo, pero bueno.- Lucía entregó una foto de una chica guapísima, morena y con los ojos verdes preciosos.
<br />-Pero… ¿esta quién es?
<br />-¡Quién va a ser! ¡Lucía Ramos! Pero la actriz, ¡eh!
<br />-¡Qué guapa es!
<br />-Ya te digo… ¡Yo de mayor seré como ella!
<br />Tom rió y pensó que tampoco lo tendría tan difícil.
<br />De repente alguien entró.
<br />-¿Quién será?- preguntó Tom a Lucía.
<br />-El profesor. Mario y Eddie siempre llegan tarde. Son muy pasotes. Yo aunque haya repetido soy responsable e intento estudiar, pero creo que mi carrera es más importante.
<br />Entonces un hombre se puso enfrente de la mesa, apoyó su maleta en el suelo, y dijo:
<br />-Buenos días, Lucía. Hola, Tom, soy Dennis, ya me han dicho que a ti también te daré clase.
<br />Dennis transmitió confianza a Tom desde el primer momento, y viceversa.
<br />-Bueno, vamos a comenzar con la clase, Eddie y Mario vendrán tarde les esperemos o no, así que…
<br />Lucía sacó el cuadernillo de su mochila. Tenía una mochila de tela blanca, con círculos de varios colores. Tenía dos cremalleras, una rosa y la otra azul. La azul era la grande y de ella colgaba un corazón rosa, en el que, con letras blancas ponía su nombre.
<br />-Muy bien, Tom, ya llevamos el tema uno y el tema dos. Son muy simples, y como ahora toca el repaso de ambos temas, leeréis la teoría y haréis los tres ejercicios de la pizarra, sin mirar los ejemplos, por supuesto.
<br />Y así fue. Eddie llegó unos diez minutos después, pero Mario llego tardísimo, y estuvo unos veinte minutos en clase. Lucía hizo los ejercicios perfectamente, y Tom también, gracias a la clase de prácticas del día anterior. Eddie solo hizo un ejercicio para cuando empezaron a corregir, porque no le dio tiempo, pero de todos modos estaba desastroso
<br />Para cuando Mario llegó ya habían empezado con el tercer tema. Tom hacía muchas preguntas y Lucía parecía prestar atención. Parecía. O quizá no escuchaba las preguntas de Tom, y sólo lo miraba para desgastarlo, como quien dice…
<br />Cuando la clase terminó, Tom tenía que irse a casa, y Lucía, Eddie y Mario tenían que ir a recreo. Aunque quizá Mario estuviese castigado. Tom saludó a Lucía y se despidieron.
<br />Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-10363437751688055822011-08-24T15:51:00.000-07:002011-08-24T15:54:58.074-07:00Capítulo Ocho.Los días siguientes fueron bien. Daniela y Tom salían casi todas las noches. El abuelo no sospechaba nada, aunque de todos modos a Tom y a Daniela empezó a no importarles nada lo demás, que no fuesen ellos. Pero llegó el día en el que Tom empezaba a trabajar. Daniela y Tom madrugaron, aunque el abuelo ya se había ido cuando ellos despertaron, porque se fue a andar al monte, como muchos lunes. Daniela le explicó a Tom que tendría que vestirse elegantemente, y él encontró la ropa apropiada. Tom prefirió ir solo y Daniela no lo acompañó.
<br />-Pues… ¡que te vaya bien! ¿Vienes a comer?
<br />-La verdad es que no lo sé… Supongo que no, me dijeron que posiblemente tuviera la primera reunión hoy al mediodía… No me prepares nada, si vengo ya haremos algo rápido.
<br />-Vale.
<br />Daniela se acercó a él y lo besó.
<br />-¡Te quiero!- le dijo Tom.
<br />-Y yo, ¡adiós!
<br />Daniela se quedó algo preocupada y tenía una sensación algo extraña en el cuerpo. Intentó dejar de pensar en eso.
<br />Tom llegó puntual al colegio, a la clase que le habían dicho, y tocó la puerta. Una chica rubia, unos 12 años mayor que él, de ojos verdes, y atractiva seguramente para hombres treintañeros, abrió la puerta.
<br />-¿Es usted Rebeca?- preguntó Tom
<br />-Sí, pasa Tom, no hace falta que me trates de usted.
<br />Tom sonrió y suspiró, más tranquilo e inseguro.
<br />-Los niños llegarán dentro de media hora. Por el momento lo único que harás será mirar, voy a dar cuatro clases, dos y dos, con un recreo de por medio. Al mediodía haremos la reunión tú y yo en la sala de profesores, podrás coger un bocadillo en la cafetería.
<br />-Vaya… pero he olvidado el dinero.
<br />-¿Quién ha hablado de dinero? ¡Para los profesores los bocadillos son gratis!
<br />Tom volvió a suspirar.
<br />-Te voy a poner una silla en esa esquina – Rebeca cogió una silla que tenía apartada y la puso en la esquina- veo que ya tienes bolígrafo y papel para apuntar las cosas… pues eso te sentarás aquí y me verás. Después en el recreo puedes salir a tomar el aire.
<br />-Entiendo…
<br />Y rebeca fue explicándole a Tom como iba todo, los horarios, las clases, las reuniones con los padres y las madres, las reglas, las expulsiones… todo. Y llegó la hora de que los alumnos vinieran.
<br />La primera clase era de chavales de tercero de la E.S.O. Tom escribía en su cuaderno sin parar. Letras, frases, explicaciones, dibujos, ejemplos… cualquier cosa que le valiese para recordar el significado de cada cosa que Rebeca explicaba. La clase se le hizo larga y pensó que aquellos niños, quizá no tan niños, aprendían demasiado en un solo día. Al oír que la segunda clase era de alumnos de primero, se tranquilizó bastante.
<br />-¿Qué tal todo?- le preguntó Rebeca a Tom en el cambio de clases.
<br />-Uf…-suspiró Tom. – bastante agobiado, la verdad.
<br />Rebeca miró a Tom y vio como él apartaba la mirada, medio avergonzado, quizá. Y entonces ella lo miraba fijamente. Sus ojos, sus labios, su cara, su pelo, su cuerpo, sus brazos… Y de repente la alarma sonó y todos los alumnos de primero de la E.S.O. se sentaron en sus sillas.
<br />Tom volvió a su sitio, con su cuaderno y su bolígrafo y escuchó la clase. Al principio todo le parecía ciertamente difícil, pero al final se dio cuenta de que su nivel estaba justo debajo del de primero de la E.S.O., es decir, su nivel era de niños de quinto y sexto de primaria. Aquella clase le pareció mucho más corta que la otra. Cuando ya solo quedaban unos niños por salir al recreo, Rebeca le dijo a Tom que la esperase ahí, porque ella iba al baño. Entonces, cuando Rebeca salió por la puerta de la clase, una niña bastante alta, la cual parecía haber repetido porque parecía mayor, de ojos azules y pelo castaño, se acercó a Tom y le susurró:
<br />-¿Sabías que a la Rebeca “cabezahueca” le molas?
<br />Tom se sorprendió:
<br />-¿Qué?
<br />La niña meneó la cabeza.
<br />-Hola, soy Lucía –rió- llevo con esta profesora desde primero de primaria hasta aquí, bueno, y un año más porque he repetido primero de la E.S.O., así que, me conozco todos y cada uno de sus gestos y miradas.
<br />Tom rió.
<br />-Y entonces te aseguro que le molas.
<br />-¿Que le molo?
<br />-Que le gustas…- Lucía volvió a menear la cabeza.- Y bueno… una vez tuvimos un profesor como tú, de ayuda, y lo besó el primer día.
<br />Tom se quedó boquiabierto.
<br />-Sí, sé que es extraordinario y asqueroso…-Lucía puso una cara extraña- Por eso, y porque parece que le gustas, te recomiendo que tengas cuidado.
<br />-Vale, tranquila…
<br />-Ah, ¡se me olvidaba! Cuando la “cabezahueca” besó al otro profesor, él, que era muy gracioso, le dijo: “Hueles a colonia de chico, ¿tienes novio y me estás estafando o eres un tío…? Cuando nos lo contó, porque nos lo contó él, estallamos a reír. Lo malo es que lo despidieron. La Rebeca se inventó no sé qué de que no tenía buen nivel y lo echaron. Bueno, me voy ya, así que ya sabes la frase, ¿de acuerdo?
<br />-Claro, claro- reía.
<br />Y Lucía se fue, tan simpáticamente como había llegado hacia él. Era una niña bastante guapa, la verdad, y muy simpática. Rebeca volvió unos diez segundos después de que Lucía se fuera.
<br />-Tom… he visto tu nivel, y creo que no es suficiente, pero como no quiero que te vayas, quiero decir, como me has caído bien, pues no me importaría ayudarte, ¿vamos a la biblioteca?
<br />Tom quiso rechazarla, pero pensó en Lucía, sí, lo haría por ella.
<br />Ambos se dirigieron hacia la biblioteca. Había dos partes, la de alumnos y la de profesores, separadas por baldas y estanterías, que hacían muy poco visible lo que estaba al otro lado. La zona de profesores estaba completamente vacía y Rebeca se dirigió hacia la mesa del fondo. Tom la siguió y se sentaron en las sillas.
<br />Rebeca empezó a explicarle a Tom las cosas más simples, es decir, las bases de la química. Lo más simple y lo más fácil de aprender. Su forma de enseñar no le gustaba nada a Tom. Repetía lo mismo mil veces, pero de formas distintas, como si quisiera hacer bulto y hablar más. Entonces Tom la detuvo:
<br />-Vale, esto lo he entendido, ¿podemos pasar a otro tema? Ya que hemos hecho veinte ejercicios y sólo he fallado en uno teórico…
<br />-Claro.- Rebeca le guiñó el ojo y Tom le mostró una sonrisa falsa. Cuando Rebeca dejó de mirarle, Tom puso una cara rara, y se oyó una ligera risa desde la zona de los alumnos. Rebeca pareció no haberla oído, pero Tom miró, ya que el sonido venía de enfrente de él y vio a Lucía espiando, con un libro muy gordo en la mano, como forma de disimular. Tom le guiñó el ojo y ella sonrió, y después siguió atendiendo a Rebeca.
<br />Se notaba que las cosas que le estaba enseñando después eran bastante más difíciles y completas, y hubo una que Tom no lograba entender. Y ahí estaba el problema. Rebeca se lo explicaba una y otra vez, pero al ser de la misma manera, él no comprendía nada.
<br />-Lo siento Rebeca, pero si me lo explicas de esa manera, yo no, no lo entiendo…
<br />Entonces Rebeca cambió la cara, su marido hubiese dicho que estaba más “sexy” pero a Tom no le parecía nada de eso, en absoluto. Rebeca se acercó a Tom y le susurró al oído:
<br />-No hace falta que lo entiendas…
<br />Tom miró a Lucía buscando una ayuda. Ella hizo un gesto de tranquilidad, y él intentó no preocuparse demasiado. Entonces Rebeca se acercó aún más a Tom y lo besó. Él se apartó corriendo, y antes de dejarle hablar a Rebeca, dijo:
<br />- Hueles a colonia de chico, ¿tienes novio y me estás estafando o eres un tío…?
<br />Entonces Rebeca lo miró con cara asesina, y decidió irse, pero Tom fue más rápido y salió de allí. Fue a la clase y cogió su chaqueta. Al salir se cruzó con Rebeca, y exclamó:
<br />-No volveré hasta mañana a ver si se te ha pasado el enfado, ¿vale?- Tom se fue riéndose, cruzó todos los pasillos y en cuanto iba a salir por la puerta una voz lo detuvo:
<br />-Eh, tú, ¡espera!
<br />Tom se giró y vio a Lucía. Ella corrió hacia él y lo abrazó.
<br />-¡Eres mi héroe! –reía. Paró de abrazarle.- seguramente te despedirá, así que te he dejo mi número, ¡llámame y te contaré todo de lo que me entere!- seguía riendo y le entregó una nota- ¡Adiós!- Y Lucía se fue corriendo, por si llegaba tarde a la próxima clase, sí seguramente no llegaría a tiempo. Tom leyó la nota: “Este es mi número jaja: 688.801.659 Y por si te olvidas, soy Lucía. Ah, mi apellido es Ramos jajaja como la súper actriz de la tele jaja besos.”
<br />Tom estaba algo sorprendido. Salió de la escuela y se dirigió hacia su casa. Llegó a casa a las doce en punto y Daniela se sorprendió.
<br />-¡Pero tú que pronto llegas!
<br />Tom le contó todo a Daniela, con miedo a su repuesta, pero ella empezó a reír como nunca, y Tom le siguió, feliz de no haberla decepcionado.
<br />Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-5645535467782224652011-08-02T09:32:00.000-07:002011-08-02T09:33:28.473-07:00Capítulo Siete.Al día siguiente se despertaron más tarde que lo normal, mucho más tarde que lo normal. Y habrían dormido mucho más tiempo de no haber recibido aquella llamada. Alrededor de las doce del mediodía, el móvil de Daniela empezó a sonar. Seguramente si hubieran estado despiertos el tono de llamada les hubiera resultado agradable, pero estando dormidos, les pareció el sonido más pesado y molesto del mundo. Tom fue el primero en levantarse, cogió el móvil de Daniela de la mesa de la cocina, regreso corriendo a la cama y se lo dio. Ella lo cogió y rápidamente pulsó la tecla verde, la tecla de coger la llamada. Era un número desconocido.<br />-¿Si?<br />-Hola, agencia de trabajos “oportunidades para todos”. Querríamos contactar con Tom Hanns. ¿Es usted?<br />-No, ahora mismo os paso con él.<br />Daniela le pasó el móvil a Tom. Él nunca había hablado por teléfono, pero había visto a mucha gente hacerlo.<br />-¿Sí?<br />-Hola, Tom Hanns, ¿verdad?<br />-En efecto…<br />Tom sabía hablar elegantemente.<br />-Queríamos contactar con usted para comunicarle la confirmación y su dado de alta a profesor de ayuda de química.<br />-¡Bien…!<br />-Trabajará en el colegio Zurbarán, según los datos que ha escrito, a doce kilómetros de su casa. Ayudará a niños de sexto de primaria, en la clase sexto A.<br />-Comprendo…<br />-Dará clase de diez a una, junto a Rebeca, una profesora de química, que exigió ayuda para dar clase por las escasas notas de los alumnos. ¿Tiene alguna duda?<br /><br />-¿Cuándo comienzo a trabajar?<br />-Ah, sí, lo olvidaba, el próximo lunes. ¿Le parece bien, puedo confirmar su asistencia?<br />-Sí, por supuesto…<br />-Ah, y, también olvidaba decirle, le pagaremos según el cambio que genere en la clase, a partir de 300 euros semanales.<br />-Más o menos, ¿cuánto tiempo trabajaré?<br />-En el Zurbarán, menos de un mes seguramente, después le trasladaremos a otra escuela, tranquilo, siempre cercana a su casa.<br />-Vaya, pues genial…<br />-¿Algo más?<br />-No, no he comprendido todo.<br />-Vale, pues ya sabe, sexto A del colegio Zurbarán, el próximo lunes.<br />-Sí, gracias.<br />-A usted.<br />-Adiós.<br />-Adiós.<br />Tom entregó el teléfono móvil a Daniela y ella colgó la llamada.<br />-¿Qué te han dicho? ¡Cuenta, cuenta!<br />-Empiezo a trabajar este lunes, como profesor de ayuda de química, en una clase del colegio Zurbarán, en la clase de la profesora Rebeca, sexto A.<br />-Vaya…<br />Se quedaron en un momento de silencio, entonces Daniela dio un salto:<br />-¡Es genial! ¡Qué suerte!<br />Y saltó encima de Tom, lo sujetó por el cuello, lo abrazó, y entonces Tom perdió el equilibrio y cayeron de lado a la cama, y empezaron a reír, uno al lado del otro, a carcajadas, y entonces Tom empezó a hacerle cosquillas a Daniela, y ella le pegaba en broma a él… y de repente se quedaron en silencio. Un momento de silencio. Se miraron, se miraron a los ojos. Daniela se acercó a él. Y se besaron. Otra vez. Como la noche anterior. Como siempre y como nunca a la vez. Como a los dos le gustaba… como novios.<br />-Anda, ¡vámonos al parque de atracciones!- soltó Daniela<br />Tom se quedó pensando durante un rato, y entonces dijo:<br />-¿Qué tal si vamos mañana? Fíjate: hoy tenemos que recoger todo, la cama, la cena… y tenemos que llevar las películas también…<br />-¡No te agobies! Yo llevo las películas mientras tú recoges, después nos vamos para allí, ¿te parece?<br />-Bueno… ¡perfecto!<br />-Me preparo, desayuno algo, y me voy, tú si eso vete recogiendo y luego desayunas. Cuando yo vuelva ya elegimos una ropa.<br />-¡Vale!<br /><br />Daniela se vistió y desayunó en un momento. Cogió las dos películas y se fue. Entonces Tom se sentó en la mesa, y empezó a beber la leche que Daniela le había dejado en la mesa. Pero de repente, se acordó de la navaja. Pero no pensó en matarla. Ya no. Ahora solo quería deshacerse de la navaja. La buscó en su mochila. La encontró. ¿Cómo lo haría? ¿Cómo deshacerse de la navaja? Entonces no se lo pensó. Abrió la puerta de la casa. Miró una zona donde no tocar ningún coche. La vio. Tiró la navaja con mucha fuerza. Estaba lejos. Muy lejos. La muerte de Daniela estaba lejos.<br />Cerró la puerta y empezó a limpiar.Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-18122993471460334072011-07-19T11:42:00.001-07:002011-07-25T05:20:39.954-07:00Capítulo Seis.Poco después de haber terminado de cenar, empezaron las escenas tristes de la película. Al principio Daniela no parecía muy afectada, pero Tom comprendió que era muy sensible cuando, al cabo de un rato, empezó a llorar. En realidad no lloraba, solo echaba lágrimas por los ojos, porque no sollozaba, aunque a ratos sí que gemía.<br />En uno de estos, se apoyó en el hombro de Tom. El acariciaba su pelo, suave, más suave que la seda, probablemente por su champú de camomila. Daniela se calmó al poco, y se centró otra vez en la película. Después se acordó de lo que le quería decir a Tom… y su cuerpo se llenó de nervios.<br />Tom, al contrario, estaba muy tranquilo, viendo aquella película que cada vez le parecía más aburrida, pero se divertía toqueteando el pelo de Daniela.<br />-¿Apagamos la luz?-propuso ella, con una voz triste y dulce a la vez.<br />-Vale, no te muevas, ya la apago yo.<br />Tom se levantó, se dirigió al interruptor y apagó la luz. Volvió a su sitio, pero esta vez se tumbó, porque le dolía algo la espalda, de haber estado tanto tiempo sentado en aquella superficie tan dura.<br />-No entiendo cómo esto te hace llorar…<br />-Yo sí. Tú ves la película como si fueras el espectador… yo la veo como si fuera el chico dolido.<br />-Ah, ¿y por qué lo haces?<br />-Me sale solo, supongo.<br />Tom se rió por lo bajo, y Daniela lo acompañó. Era una situación un tanto ridícula.<br />Siguieron viendo la película, Daniela también se tumbó, y apoyó su cabeza en el pecho de Tom. A veces volvía a llorar, otras veces le salían ligeras carcajadas porque Tom le hacía cosquillas queriendo…<br /><br />Una media hora después la película terminó, y ambos seguían en la misma postura. Daniela giró la cabeza, le miró a Tom a los ojos, y le preguntó:<br />-¿Te apetece ver la segunda película?<br />Tom se lo pensó un momento, pero Daniela fue más rápida.<br />-Si no, podemos hacer otra cosa…<br />-¿Qué cosa?<br />Daniela acercó su cara más a la de Tom. Dirigió su boca a su oreja y le susurró.<br />-Algo más divertido…<br />Tom creyó haber entendido algo… Daniela giró la cabeza, pero no se apoyó en ningún sitio. Sí, Tom lo entendió bien. Daniela acercó sus labios a los de Tom, y lo besó. Y Tom siguió, algo asustado por si había entendido bien lo que Daniela le quería decir…<br />-Tom, te quiero.<br />Y volvió a apoyar su cabeza en el hombro de Tom, porque el beso había terminado. <br />-¿Salimos a bailar a tu terraza?- propuso Tom<br />-Me parece bien.<br />Daniela sacó una radio con lector de CD. Tenía un CD con canciones románticas de discoteca, y llevó la radio con el CD dentro a la terraza. Lo dejó apoyado en una hamaca blanca, que parecía gris, con la oscuridad de la noche.<br />Puso la primera canción, y cuando se quiso dar la vuelta, Tom ya le había sujetado, tenía sus brazos alrededor del cuello de Daniela. Se fijó mucho la noche anterior en la forma de bailar de la gente, y lo quería probar.<br />Ella lo miró, y después sonrió, con los ojos cerrados. Se movían lentamente, al ritmo de la música… y en ese momento les pareció que todo era perfecto, les pareció estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado. La noche, la música, la persona con la que bailaban, el ambiente… todo era perfecto para ellos en ese momento, nada los podía interrumpir.<br />Seguían bailando, todo era perfecto… pero la canción terminó. Y fueron cuatro minutos y veinticinco segundos en los que ambos se dieron cuenta de que estaba hecho el uno para el otro, que habían nacido para ser unidos. Y esta vez Tom fue el que habló, pero no con un beso:<br />-Daniela.<br />-¿Qué…?<br />-Tú sabes que yo no sé muchas cosas…<br />-Sí.<br />-Te quiero preguntar una un poco especial…<br />-Dime<br />-Tú y yo….<br />-¿Sí?<br />-¿Somos… novios?<br />Daniela se sorprendió, y sonrió con una de sus pícaras sonrisas.<br />-¿He hecho una pregunta muy ridícula?<br />-No sé… ¿tú crees que es ridícula?<br />-Pues…<br />-¿Tú crees que somos novios?<br />Tom se detuvo por un momento. Recordó lo poco que sabía sobre el amor, que era lo que había leído y oído por ahí.<br />-No sé…<br />-¿Pero te gustaría que lo fuéramos?<br />Daniela le estaba pillando por todos los lados.<br />-Sí.<br />Entonces le tocaba responder a ella. Pero no, no con palabras.<br />Acercó sus labios a los de Tom, y lo beso, muy cariñosamente, como nunca lo había hecho, su beso fue más dulce que nunca, más especial que nunca, fue el beso más especial que Tom y Daniela se habían dado nunca. Y el beso fue largo, muy largo, parecía no terminar nunca, pero a ellos no les importaba, les encantaba, era una sensación que ninguno de los dos había sentido nunca.<br /><br />-¿Me quieres?- preguntó Tom<br />-Pues claro, claro que sí…<br />Eran palabras que sobraban, que el viento se llevaba, entre cada beso y cada caricia… Y todo el ambiente se llenaba de amor, eran alegres, felices, se besaban, se acariciaban, a veces sonreían, o dulcemente se miraban… y estuvieron así varios minutos, posiblemente varias horas… ¿Mucho tiempo? No, el amor no entiendo de tiempo, de prisas, de horas, de minutos, el a mor no es un desperdicio, el amor es algo perfecto, algo que quizá no se pueda describir con palabras, pero sí se puede sentir.<br />Cuando todo acabó, cuando ya creyeron cansarse de su primera hora amándose de verdad, decidieron ver la segunda película, por mucho que fueran las doce y mucho de la noche, por mucho que les conviniese más dormirse y descansar.<br /><br />La película, supuestamente era para reír a carcajada viva, pero ellos, tumbados en la cama, abrazados el uno al otro y tapados con el edredón por el frío del aire acondicionado que no querían apagar, no se reían, sí sonreían, pero no le hacían apenas caso a la película, ellos se sumían en sus pensamientos, en sus ideas claras y otras no tanto, en el amor, en su amor.<br />Y tras la hora y algo de la película, decidieron quedarse ahí a dormir, sin tener que moverse, sin tener que sacar el CD del reproductor, sin tener que ponerse el pijama, sin tener que recoger los restos de la cena… simplemente amándose, queriéndose, siendo felices juntos, abrazados.Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-59092351966883642152011-07-18T03:46:00.000-07:002011-07-25T05:23:09.199-07:00Capítulo Cinco-Tom, cuando salgas de a ducha vístete, ¡que nos vamos al videoclub!<br />-Vale, ¡pero sácame algo de ropa!<br />Daniela se dirigió a la habitación de Tom. Abrió el armario, algunas ropas estaban colgadas, otras aún en sus respectivas bolsas y con etiqueta. Sacó un pantalón vaquero oscuro largo de una bolsa de H & M y eligió una camiseta de manga corta, azul oscura y con unas letras de colores de Springfield.<br />Dejó el conjunto sobre la cama, y le sacó las DC azules y negras del armario y las puso debajo de la ropa, en el suelo.<br />Cuando se disponía a salir, la mochila beis oscura, desgastada y vieja, llamó su atención. Rebuscó dentro, en el bolsillo superior. Encontró un par de jerséis negros, un par de pantalones de chándal grises y cuatro camisetas, dos blancas, bueno, que eran blancas, y otras dos marrones. De repente se dio cuenta de que algo brillaba bajo la ropa. Oyó pasos. Oh, no. Guardó la ropa que había sacado rápidamente en la mochila y la cerró, tal y como la había dejado. En cuanto iba a salir Tom abrió la puerta:<br />-¡Qué bien se ducha uno en tu ducha!<br />-Sí, la verdad…<br />-Me voy a vestir.<br />-¡Te espero en el salón!<br />Daniela se sentó en el sofá y se retocó el pelo con las manos. “¿Qué era eso?” pensaba ella. Intentó quitárselo de su cabeza, tenía que preocuparse de otras cosas.<br />A los diez minutos Tom ya se había vestido y se había secado y peinado el pelo.<br />-¿Vamos?- le preguntó a Daniela.<br />Ella asintió con la cabeza.<br />-¿Cuánto cuestan más o menos las películas?<br /><br />-Bueno, yo no las compro, yo las alquilo… alquilarla por un día cuesta 2 euros por película. Pero si alquilas dos películas por un día, en vez de valerte cuarto euros, te valen tres euros con setenta y cinco. Es una especie de oferta.<br />-Ah, claro, entiendo… ¿Y cómo se llama el sitio?<br />-Videoclub.<br />-Ah, sí eso.<br />Fueron en moto, y tardaron unos cinco minutos.<br />-Eh, Dani, que rápido hemos llegado…<br />“Dani. Nunca, nunca me había llamado así. Quizá empiece a coger confianza”.<br />Daniela sonrió.<br />-Me has llamado Dani.<br />-Qué va.<br />Daniela quiso picarle.<br />-¡Me has llamado Dani!<br />-¡Qué dices tú!<br />-Dani, Dani, ¡me has llamado Dani!<br />-Vale, ¿te gusta que te llamen Dani? Dani, Dani, Dani, Dani, Dani, Dani, Dani, Dani, Dani, Dani, Dani, Dani…<br />-¡Vale ya pesado!<br />-Te ha gustado, ¿eh?<br />-Sí, sí… anda, entra.<br />Entraron en el videoclub. Tom se impresionó. Era enorme, y tenía cientos y cientos de películas, ordenadas por distintos temas, como por ejemplo, él leyó: amor, guerra y venganza. Las dos últimas le parecieron algo crueles para ser temas de película.<br />-¿Dé qué tema veremos las películas?<br />-No sé, pero prefiero que sean de distintos temas. Primero vemos podemos ver una triste y luego la otra para alegrarnos.<br />-Vale, primero vemos una de drama, de amor pero de estas que terminan mal, que terminas llorando… y después podemos ver una de risa.<br />-¡Genial!<br />Recorrieron pasillos, vieron portadas de películas, se rieron con unas y les entró el miedo con otras. Otras muchas eran absurdas y la mayoría le sonaban a Daniela. Y era increíble la cantidad de películas que había y que no se repitiera ninguna. Había títulos que se parecían, y argumentos que tenían algo que ver. Actores o actrices que aparecían en dos películas seguidas, o algunos que no los habían visto en su vida. Gente guapa, gente fea, directores buenos, y otros no tanto… un mundo por descubrir para Tom.<br />Poco después, llegaron al mostrador con dos películas en la mano: 3MSC y Spanish Movie.<br />-Tres euros con setenta y cinco, por favor.- Pidió la chica del mostrador.- ¿Su nombre es?<br />-Daniela Watt- respondió ella.<br />En ese momento Tom se quedó paralizado. Daniela Watt. Era la chica a la que quería matar. Sí, ella. ¿Ella no merecía vivir? Entonces la miró, la miró a los ojos. Recordó todo lo que había aprendido gracias a ella, lo guapa que era, sus ojos, sus besos, sus preguntas, sus maneras de enseñar las cosas… y decidió. “No la voy a matar”, pensó, “hoy mismo tiro la navaja”. Y sonrió para sí. Y le pareció el momento de decirle a Daniela que la quería, pero se dio cuenta de que estaba en un sitio público y no podía hacerlo.<br />-Vámonos- le dijo de pronto Daniela.<br />Él fue tras ella, se montaron en la moto y regresaron. Llegaron a la casa alrededor de las seis.<br />-Mira, Tom, tengo estos menús, que son de restaurantes que traen comida a domicilio.<br />-A ver.<br />-Hay: Hamburgueserías, pizzerías, kebabs, restaurantes de comida normal, eso sí, más caros…<br />-Un día comí una hamburguesa, ¡quiero cenar eso!<br />-Vale, pediremos ahí.<br />Se divirtieron eligiendo las hamburguesas, riéndose por los ridículos nombres que los dueños les habían elegido… Como dos novios enamorados.<br />A las nueve, los repartidores a domicilio legaron y les entregaron todo. Daniela pagó. Tom puso la mesa del salón más apartada del sofá, para poder abrirlo y convertirlo en una cama, tal y como Daniela le explicó. Comerían apoyados en la mesa, sentados al borde del sofá cama, mientras veían la película, pero cuando terminaran de cenar, la verían con la espalda apoyada a la pared, y tapados por las mantas. ¿Era un buen plan?<br />-Aquí trago todo.- Daniela iba cargada con las dos hamburguesas, que las había puesto en dos platos distintos, con las patatas repartidas en un plato y las dos latas de Coca-cola.<br />-¿Primero que peli vamos a ver?- preguntó Tom. Mientras, Daniela lo colocaba todo. Cuando terminó de poner las cosas en su sitio, dijo:<br />-Tres metros sobre el cielo, que dicen que al final se llora mucho.<br />Daniela sacó el CD de la caja y lo metió en el reproductor DVD. Tocó un botón en el reproductor, cambió al modo AV2 en la televisión y la película empezó.<br />Tom la miraba casi sin pestañear, y solo apartaba la mirada para darle un mordisco a la hamburguesa, beber un trago de Coca-cola o comerse una patata. Daniela en cambio estaba algo nerviosa. Quería… quería preguntarle a Tom, quería pedirle salir de verdad. No sabía exactamente cómo hacerlo, no sabía si Tom le iba a entender o le iba a mirar como si fuese lo más raro que le habían preguntado en la vida.<br />Había muchas cosas que Tom no entendía de la película y que Daniela le explicaba, hasta que llegaron a la parte de la película en la que lo que se ve, es casi todo romántico. Ahí parecía que Tom entendía todo. Un poco después de que empezara el tramo romántico, terminaron de comer. Daniela apartó la mesa, porque no le apetecía nada ponerse a recoger. Se sentaron apoyados a la pared, y siguieron viendo la película.Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-77472585423993584672011-07-16T07:28:00.001-07:002011-07-25T05:23:40.465-07:00Capítulo Cuatro.Cuatro de septiembre. Parecía un buen día, pese a las nubes grises que ya se iban hacia el oeste.<br />Daniela se despertó sobre las nueve de la mañana. Se dio una ducha, se puso el albornoz, y fue a despertar a Tom. Tocó la puerta de su habitación ligeramente, y oyó un ligero movimiento dentro.<br />-Tom… levántate, anda, vamos a desayunar.<br />Tom se levantó, miró la hora, suspiró, se puso la camisa del día anterior y salió. Bostezó según abrió la puerta y se sentó en la mesa. Daniela se acercó a él.<br />-¿No te importará si me visto así para desayunar, verdad?- preguntó Tom.<br />-No.- respondió Daniela, con una ligera sonrisa.<br />Entonces llegó el abuelo con dos desayunos y los posó en la mesa.<br />-Yo me voy, chicos.- dijo- No vuelvo hasta mañana, me quedo en casa de un hermano, en el pueblo de al lado. Por ahí tenéis comida, si no, pedir comida a domicilio.<br />-Adiós, abuelo.<br />-Adiós.- exclamó Tom.<br />El abuelo se despidió y salió por la puerta. Daniela miró a Tom con una sonrisa pícara:<br />-¡Esta noche va a ser nuestra noche!<br />-¿Qué quieres decir con eso?<br />-Lo tengo todo, o casi todo, planeado, mira: por la tarde alquilamos un par de películas en el videoclub, estoy segura de que, con lo poco que has visto la tele en tu vida, nunca habrás visto una película. Cogemos dos por si acaso. Después pedimos hamburguesas para comer a domicilio. Las películas las vemos mientras cenamos y después de cenar. Cuando terminemos con las películas, si nos apetece, podemos salir a la terraza, poner la música bajita y bailar un rato…<br />-¡Cómo te lo planeas! Me parece genial…<br />Ambos se dirigieron una mirada cariñosa y una sonrisa, que valí mucho, muchísimo más que mil palabras.<br />-Cuando acabemos de desayunar, vístete con la ropa más elegante que tengas, si quieres te la elijo yo, y después, vamos a buscarte un trabajo.<br />-¡Perfecto!<br />Terminaron de desayunar y Daniela le eligió a Tom una ropa elegantemente pensada para causar buena impresión y Daniela también se vistió elegante.<br />-Aunque sea domingo, -explicó Daniela- la agencia de trabajos “oportunidades para todos” abre, aunque sólo por la mañana.<br />A las once ya estaban perfectamente preparados para marcharse.<br />-Puede que te hagan entrevistas, Tom, así que no te pongas nervioso, y sé tú mismo.<br />-Vale, vale.<br />-Vamos en moto, que no me apetece andar.<br />Daniela se sentó en el asiento del conductor y Tom detrás de ella. Él estaba agarrado a la cintura de Daniela, para no caerse. Daniela encendió el motor, pisó el pedal, y comenzó a conducir. A los diez minutos ya tenían la moto aparcada en los aparcamientos enfrente de la agencia de trabajos. <br />Tocaron el timbre de la puerta principal y entraron.<br />-Hola,- les saludó un hombre, sentado en una mesa al lado de un pequeño ordenador.- ¿qué desean?<br />-Venimos buscando trabajo para él, -explicaba Daniela.<br />-¿Tienes carrera?<br />-No.<br />-¿Qué has estudiado?<br />-Ciencias. Matemáticas, física y química.<br />-Vale.- el hombre tecleó algo en el ordenador.<br />Tom sólo había visto un ordenador una vez, un año atrás, cuando les explicaban algo sobre matemáticos famosos.<br />-Te han salido seis ofertas de trabajo en las que podrías empezar a trabajar ya mismo, y ochenta y un ofertas de trabajo en las que, para trabajar, tendrías que esperar.<br />-Enséñenos esas seis, por favor.- pidió Daniela.<br />-Bien…- comenzó el hombre- tienen: tres de profesor de matemáticas, ayudante de laboratorio, profesor de ayuda de química y profesor de ayuda de física. ¿Cuál le parece más apropiada para usted, señor?<br />-Me quedo con la de profesor de ayuda de química.<br />-Vale, ahora tiene que rellenar este formulario, y en menos de cuatro días sabrá la respuesta de la persona que ha ofrecido este trabajo, es decir: lo que tendrá que hacer, el dinero que recibirá por ello… esas cosas, ya entiende.<br />El hombre le entregó a Tom un papel con un formulario para rellenar, no muy largo, de seis preguntas. Tom las respondió hábilmente y al final, abajo del todo, firmó con su nombre y un ligero garabato.<br />-Muchas gracias, le haremos llegar su respuesta, pero necesitamos un número de teléfono.<br />-Ya le doy yo el mío,- intervino Daniela.<br />Y el hombre apuntó el número de teléfono de Daniela.<br />Al salir, se montaron rápidamente en la moto, y volvieron, en menos tiempo del que habían llegado.<br />Al entrar a la casa, Tom rompió el silencio.<br />-¿Qué rápido hemos terminado, no?<br />-Sí, me encanta esa agencia, siempre hay oportunidades.<br />-¿Me enseñas tu móvil?<br />-Claro.<br />Daniela le dejó su Samsung Galaxy s 2. Tom lo miraba asombrado. Tocó un botón y la pantalla se encendió. De fondo de pantalla tenía una foto de una niña pequeña con su madre.<br />-¿Quienes son estas?<br />-Mi madre y yo.<br />Tom le devolvió el móvil.<br />-Toma, es precioso. Espero tener uno como ese pronto.<br />-Tom, ¿Sabes cuándo es tu cumpleaños?<br />-Sí, es el diecisiete de enero. Es una de las muchas fechas que tengo memorizadas en la cabeza.<br />-¿A qué te refieres?<br />-Me acuerdo de mi cumpleaños, del día en el que mis padres murieron, del día en el que empecé a estar en el orfanato, el primer día que me castigaron en el orfanato…<br />-¿Y ese día cual fue?<br />-¡El primer día en el que entré!<br />Y se empezaron a reír. No a carcajadas, pero reían, se sentían felices. Se sentaron en el sofá a ver la televisión. Era un programa de estos del corazón, en el que aparece gente contando su vida, contando a quién perdió y a quién quiere recuperar, y al final lo recupera, entre llantos, posiblemente falsos, y aplausos del público.<br />Una señora que quería recuperar a su marido, decía que él no paraba de preguntarle cosas como “¿Tú me quieres?” o “¿Te sigo gustando?” Entonces Daniela apoyó su cabeza en el hombro de Tom y le preguntó:<br />-Tom…<br />-¿Sí?<br />-¿Tú me quieres?<br />Tom se quedó perplejo, no se esperaba esa pregunta para nada. Dirigió su mirada hacia Daniela. Esperaba la respuesta con sus ojos azules brillando, que miraban hacia él y su boca entreabierta, ni triste ni feliz.<br />Entonces Tom encontró la respuesta más eficaz a su pegunta. No quería admitirlo, no quería admitir para nada que Daniela le gustaba, que Daniela le encantaba, que era perfecta para él… Entonces se acercó a ella y la besó.Daniela se dejó, se dejó llevar por el dulce significado de ese beso. Ese beso duradero, ese beso que fue más que un beso, ese beso en el que compartieron algo más que el amor, ese beso… que lo significaba todo.<br />Después de aquel enigmático beso, siguieron viendo la tele, pero sin prestar ni un poco de atención. Ambos pensaban en lo mismo, pero lo hacían sin hablar. Pensaban en el otro, en lo que le querían, en lo especial que era para ellos, en el poco tiempo que lo habían conocido…<br />Poco después, se fueron a comer, y planearon como sería la tarde: saldrían a buscar las películas alrededor de las cinco. Tomarían algo por ahí y después estarían en casa. Luego cenarían, verían las películas… y después lo que surgiera.Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-40061641924406518542011-07-16T03:58:00.000-07:002011-07-25T05:22:43.136-07:00Capítulo TresHabría muchas cosas que Tom no sabría, y otras muchas que Daniela sabría mejor que Tom… pero a bailes en pareja no le ganaría nadie. Ya aprendió a bailarlos en el orfanato, y, a pesar de que sorprenda, también los bailaban con música actual, a la moda…<br />Daniela parecía cariñosa y Tom, demasiado emocionado, seguramente por la bebida. Ella puso sus brazos alrededor del cuello de Tom, y ambos empezaron a moverse, suavemente… La música era tranquila, pero no exageradamente. Él puso sus brazos alrededor de la cintura de Daniela y ella apoyó su cabeza en el pecho de Tom.<br />Y así estuvieron, bailando el uno con el otro, despacio, tranquilamente, mirándose, sonriéndose, disfrutando… estaban felices.<br />Poco después, a Daniela le entró la sed. Alzó la vista hacia Tom, y entonces le preguntó:<br />-¿Vamos a tomar algo?<br />-Sí, me apetece otro Boca<br />-¿Vodka?<br />-Sí, eso.<br />Daniela emitió una dulce risa. Tom sonrió. Daniela se acercó a la barra y pidió:<br />-Dos Vodkas con limón, por favor.<br />-Un segundo…<br />Les sirvieron un par de divertidos vasos, con una pajita rosa en cada uno y con una sombrilla naranja con purpurina.<br />-¿Por qué ahora ponen adornos?- preguntó Tom.<br />-Todo se vuelve diferente a partir de las doce.- respondió Daniela, con una sonrisa pícara.<br />Se sentaron en un par de sillas altas alrededor de una mesa blanca.<br />-Me lo estoy pasando genial.- dijo Tom- Y esto del alcohol… ¡me encanta!<br />-Uf, ¡la de cosas que te quedan todavía por descubrir!<br />-¿A qué te refieres?<br />-Todavía tenemos que hacer mil cosas, si te apetece mañana podemos ir a un parque de atracciones.<br />-¿Y ahí qué se hace?<br />-¡Sentir las emociones que nunca antes has sentido, te lo digo yo!<br />-¿Me voy a caer de un precipicio o algo?<br />-¡Más o menos!- Daniela río alegremente y le dejó a Tom la intriga de qué sería el parque de atracciones.<br />Siguieron hablando durante un rato, de las miles de cosas que podían hacer, bebían sorbos de Vodka cada poco, se dirigían miradas amorosas sin darse cuenta. De repente Tom quiso resolver una duda:<br />-¿Tú trabajas?<br />-No, todavía estoy con las recuperaciones de segundo de bachillerato.<br />-¿No tendré que buscarme un trabajo si no estudio?<br />Daniela se quedó boquiabierta.<br />-¡Es verdad! Mañana, cambio de planes, ¡nos vamos a encontrarte un buen trabajo!<br />- Vale, pero el parque de atracciones para pasado, ¿eh?<br />-Bueno, si tú quieres….<br />Y reían, y sonreían, y se alegraban y eran más felices por momentos. Cuando ya terminaron la bebida Daniela propuso:<br />-¿Vamos otra vez la pista de baile?<br />-Sí, ¡pero vete a pagar primero!<br />-Ah, sí, ¡lo olvidaba!<br />Daniela pagó y fueron juntos hacia la pista de baile. Se volvieron a agarrar como la vez anterior, como si fueran un par de enamorados. Había gente que los miraba asombrados, había otros a los cuales, había que mirar asombrados a ellos, por la de besos y piropos que soltaban mientras bailaban.<br />Entonces a Daniela se le subió la bebida, parecía otra, estaba mucho más alegre, más feliz y además… con muchas ganas de fiesta.<br />-Eh, Tom…- le susurró dulcemente al oído- Bésame.<br />Tom se quedó perplejo, no sabía qué hacer, ni por qué Daniela hacía lo que hacía. Entonces Daniela lo miró, con esos ojos, ojos azulados, que trasmitían todo el amor por Tom que quería ocultar, pero no había podido aquella vez. Tom no pudo resistirse y la besó. La beso en los labios, suavemente, dulcemente, despacio… No puede saberse con cuanta exactitud, pero a Tom le encantó.<br />Daniela lo miró otra vez y le sonrió. Le volvió a susurrar al oído:<br />-Estoy cansada, vámonos a casa…<br />-¿Qué hora es?<br />Daniela se apartó de él, miró al reloj y exclamó:<br />-La una menos cinco.<br />-¿Nos vamos?<br />-Sí, que a partir de la una empieza a llegar la gente, y no es tan agradable.<br />Salieron a fuera y Daniela se quejó:<br />-Tengo frío.<br />-Te dejaría mi chaqueta, pero no tengo…<br />-Llévame….<br />-¿Qué?<br />-Cógeme y llévame en brazos…<br />Tom la cogió, pesaba poco, para lo que él estaba acostumbrado. Olía bien, como a rosas, sí, a perfume de rosas. Le encantó. Nunca había llevado a una chica que olía a rosas y estaba vestida como una de ellas, en brazos.<br />Mejor dicho, nunca se había enamorado de una chica, y había tenido la oportunidad de llevarla en brazos hasta su casa, y quedarse en ella.<br />Daniela cerró los ojos y apoyó su bolso en su tripa. Estiró los brazos y los acomodó alrededor del cuello de Tom. Llegaron a la casa pronto y abrieron la puerta cuidadosamente para no despertar al abuelo. Estaba dormido, se oían sus ronquidos desde fuera. Entraron sigilosamente, y cuando Tom se iba a ir a su cuarto, Daniela le detuvo:<br />-Tom,- parecía haberse recuperado un poco- ¿Te importaría darme un beso de buenas noches?<br />Tom no se lo pensó esta vez:<br />-Claro.<br />Se acercó a ella, la abrazó, la besó en los labios. Fue el beso más largo de su vida. Ella le besó con deseo, con amor, él la besó como ni siquiera él mismo sabía, la beso, no sólo para complacerla, la besó porque en el fondo la quería.<br />Cuando el beso terminó, Tom fue el más rápido:<br />-Buenas noches.<br />-Hasta, mañana, recuerda que encontraremos tu trabajo tú y yo juntos.<br />Daniela le guiñó el ojo tras decir la última frase. Y se fue a su habitación.<br />Tom entró a su cuarto, se quitó la ropa y la apartó en una silla. Tenía mucho sueño. Rebuscó en la mochila. ¿Qué buscaba? Lo encontró. La navaja. La pequeña y afilada navaja de acero que robó del orfanato que marcó parte de su vida. “¿Cuándo lo hago?”, pensaba, “¿Cuándo la mato y me olvido de esto de una vez”.<br />Cinco minutos después, seguía con la navaja en la mano. “¿En serio quiero matarla?, ella, es tan especial… me ha enseñado y me enseñará tantas cosas que yo no sé… ¿Por qué lo hace? ¿Quiere confundirme? No, simplemente me quiere. Y, ¿Cómo sé que me quiere, si no me lo ha dicho…?” Y tras todas estas reflexiones guardó la navaja en la mochila, bien escondida y se durmió.<br />Por otro lado, Daniela dudaba en su habitación. “Si vino hasta aquí para buscarme, no creo que sólo lo hiciera para conocerme. Mi padre mató a los suyos, más o menos, porque mi padre causó el accidente, aunque fuera sin querer…”Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-30010698207460399752011-07-16T03:56:00.000-07:002011-07-25T05:22:28.024-07:00Capítulo Dos.El dos de septiembre amanecía lluvioso y algo más frío que el día anterior. Tom y Daniela desayunaban tranquilamente, hablando de sus cosas, comentando anécdotas, mientras el abuelo limpiaba el baño y el garaje.<br />-El lunes me dicen la nota de la recuperación, espero haberla aprobado.- comentó Daniela.<br />-Sí, suerte. Por cierto, que vas hacer hoy.<br />-Había pensado… bueno, es una sorpresa.<br />-¿Para mí?<br />-Sí.<br />-¿Y cuando me darás esa sorpresa?<br />-Nos vamos después de desayunar.<br />-Bien.<br />Después de desayunar y de vestirse, Daniela vendó los ojos de Tom y lo montó en la parte trasera de su moto.<br />-Tardamos poco- le susurró al oído.<br />Tom sonrió. Le estaba gustando aquel juego.<br />El viaje duró unos diez minutos. Daniela se bajó de la moto y le ayudó a Tom a bajar. Aún no quería destaparle la vista. Daniela le cogió a Tom de la mano y empezaron a caminar. Entraron en un centro comercial, después entraron a una tienda de moda masculina, y entonces le destapó los ojos.<br />-Te ayudaré a elegir algo de ropa. Con la que tienes no durarás mucho aquí.<br />-Pero si yo no tengo dinero…<br />-Yo sí, anda vamos.<br />-¿Te lo tendré que devolver?<br />-De momento no, pero bueno, de alguna forma me podrás compensar…<br />Tom sonrió, no podía evitarlo.<br /><br />Y así estuvieron, toda la tarde de tienda entienda, riéndose, hablando de moda, Daniela le enseñaba a Tom lo que estaba de moda, y Tom opinaba, sobre prendas ridículas o vestidos incómodos.<br />Tom tenía la navaja en la mochila, en casa. Y en esas tres horas que estuvo de compras, no la echó en falta, ni siquiera la recordó.<br />Alrededor de las siete volvieron a casa, con cuatro bolsas en las manos, una dulce sonrisa en la boca, y más ganas de vivir.<br />-Esta noche podemos salir de fiesta. Te puedo enseñar lo que es una discoteca, por que dudo que lo sepas, también te puedo enseñar a bailar, a beber alcohol…<br />-Eh, ¡que sí sé lo que es el alcohol, aunque no lo haya probado!<br />Se reían. Se dirigían sonrisas y miradas dulces, cariñosas, de deseo… Pero a veces Tom intentaba evitarlas, aunque no sabía que estaba descubriendo el amor.<br />-Tengo una idea.- dijo Daniela- Podemos comer en una pizzería que hay cerca de una discoteca. Yo no suelo ir mucho a las discotecas pero antes cuando tenía novio iba casi todos los fines de semana.<br />-¿Ya no tienes novio?<br />-No…<br />-No me digas, murió.<br />-No,-sonrió Daniela- me dejó, hace unos cinco meses. Empezó a verse con otra hasta que al final me dejó.<br />-Vaya…<br />Tom empezó a darse cuenta de que en el fondo tenía sentimientos. Alzó la vista. Daniela tenía lágrimas en los ojos, que tarde o temprano resbalarían.<br />-Eh, tranquila. Todos pasamos por momentos malos que hay que olvidar. Olvídalo, ¿vale?<br />Daniela lo miró. Todavía tenía los ojos brillantes. Se miraron durante unos diez segundos. Diez segundos de suspense. Diez segundos en los que puede pasar algo que lo cambien todo. Diez segundos, en los que puedes pasar, de estar triste a estar feliz. Los diez segundos más largos de tu vida.<br />Tom detuvo los diez segundos y miró al reloj de la cocina.<br />-¿Sobre qué hora iremos a cenar?<br />-Normalmente suele haber mucha gente, así que nos podemos acercar sobre las ocho y media. Si te apetece, ahora nos duchamos, nos vestimos arreglados para la discoteca y salimos.<br />-Vale, yo me ducho primero.<br />-Bien, yo de mientras decido lo que ponerme, pero no tardes, un cuarto de hora máximo.<br />Y así fue. Tom tardó quince minutos en ducharse, seguramente la ducha más larga de los últimos doce años, y se vistió lo que Daniela le recomendó para salir. Después Daniela se duchó se puso un fantástico vestido morado, se preparó bien, se peinó, sacó alguna joya que otra, una cartera con bastante dinero, y unos zapatos negros de tacón.<br />Cuando Daniela salió de su cuarto y Tom la vio, pensó que era la mujer más guapa que había visto en su vida. El pelo tan largo y ondulado, y esos ojos, tan destacados maquillados, tan azules, tan preciosos, su cara, bella, perfecta… Pero lo único que le dirigió fue una sonrisa.<br />Pero Daniela también se asombró al ver a Tom. Se había peinado como si fuera rebelde, y no le quedó nada mal. Y la ropa nueva… Daniela le eligió la ropa con la que mejor se le notaba su espléndido cuerpo y le quedaba genial. Tenía una camisa roja mal atada, para parecer informal y unos vaqueros negros que le quedaban como un guante. Después tenía unas zapatillas converse rojas, sin atar y con los cordones por dentro.<br />-Ya tengo todo preparado, y he cogido bastante dinero por si acaso.<br />Tom sonrió.<br />-¿Pero tú de dónde sacas todo ese dinero, trabajas o algo?- le preguntó Tom.<br />-Es… de la herencia de mis padres.<br />Tom creyó confundirse.<br />-Perdón…<br />-Da igual.<br />Él intentó pensar algo rápido para animarla, para que saliera de casa co una sonrisa. Tuvo una idea, no muy buena, pero una idea.<br />-Oye, y eso del alcohol…<br />-¿Qué?<br />-¿Si me emborracho? ¡Es la primera vez que bebo!<br />-¿¡Qué te vas a emborrachar?!<br />Y se empezaron a reír. Duró poco ese conjunto de carcajadas, pero al menos a Daniela se la veía más animada. Antes de salir Daniela gritó:<br />-Abuelo, nos vamos de fiesta, no nos esperes para cenar.<br />El abuelo salió de la cocina y les sonrió. Hacía tiempo que Daniela no salía de fiesta.<br />-No nos hace falta ir en moto,- informó Daniela- está bastante cerca.<br />Y fueron a pie, disfrutando de la tranquilidad de un dulce atardecer veraniego.<br />Llegaron a la pizzería a las nueve menos diez y se sentaron en una mesa cercana a la barra, para dos personas. Cada uno cogió un menú.<br />-Tienes que elegir algo de aquí que te guste, o si quieres, podemos compartir una pizza grande para los dos.<br />-Vale, me parece bien lo de compartirla… ¿Cuál cogemos? Hay muchísimas.<br />-A mí me gusta mucho la pizza “Lovedays”. Tiene queso, tomate y en el centro un corazón de jamón serrano gigante. Está deliciosa.<br />-Vale, pedimos esa.<br />-Y para beber, ¿qué quieres?<br />-Agua.<br />-¿Agua?<br />-El alcohol mejor para después…<br />-Vale, pero ahora pídete una Coca- cola.<br />-¿Y eso que es?<br />-Una bebida con gas, está riquísima, fíate de mí.<br />Y entonces pidieron la pizza “Lovedays” y dos Coca- colas medianas. Media hora después llegó la comida.<br />-¡Qué bien huele!- exclamó Tom.<br />-Sí, toma un trozo, pruébala.<br />Daniela ofreció un trozo a Tom, el mordió un cacho de la punta, masticó, lo saboreó y después dijo:<br />-Es de lo mejor que he probado en mi vida.<br />-¡Pues ahora prueba la Coca-cola!<br />Tom bebió un sorbo, algo inseguro y después de tragar, dejó el vaso en la mesa y empezó a toser:<br />-¡Pica! ¡Pica!<br />Daniela le tranquilizó:<br />-Es del gas, ¡no grites!<br />-¿Enserio te gusta esto?<br />- Ya verás lo bien que te sabrá cuando te acostumbres.<br />Y así fue. Al fin y al cabo, a Tom le encantó eso de la Coca- cola. Y también la pizza. Y el ambiente de comer en una pizzería. Y lo agradable que resultaba hablar con Daniela. Y por un momento recordó la navaja. ¿De verdad quería matarla? “Lo haré”, pensaba. “Cuando más daño le pueda hacer”.<br />Y seguía sonriendo, comiendo, riéndose, hablando con Daniela, diciéndose mil cosas que en realidad no significaban nada, hablando, contándose hechos, suyos y de otros… hablando.<br />Eran las diez cuando ya habían terminado de cenar.<br />-En total son quince euros…- decía Daniela.- Aquí los dejo, señor.- Indicaba el platito en el que le habían dejado la cuenta.<br />-¿Nos vamos?- preguntó Tom.<br />-Sí claro.- respondió Daniela.- Todavía son las diez, la discoteca no la abren hasta las once… ¿Te apetece dar un paseo por los alrededores?<br />-Por supuesto.<br />A Daniela le encantaba que Tom siempre aceptase las cosas con alegría, sin dificultades. No le preocupaba nunca la respuesta de Tom, sabía que siempre iba a ser positiva y eso le gustaba.<br />-Me encantan las noches de verano.- comentaba ella- Son siempre muy tranquilas, y lo bueno es que no hace frío, ni calor…<br />-A mi también. Aunque puede que sea porque nunca he visto una noche de esta manera. Ahí está la luna, ahí las estrellas, aquí nosotros…<br />Se detuvieron y se miraron a los ojos. Tom era algo más alto que Daniela, ella tenía la cabeza girada hacia arriba, para poder ver sus ojos.<br />-Nosotros… -repetía Daniela.<br />Y sus cabezas se acercaron. Y aunque Tom no había conocido el amor, había leído libros, muchos libros que la gente traía de sus casas, muchos libros de amor, de romanticismo. Y entonces… sus labios se rozaron. Y todo terminó en un beso, un simple beso…<br />-¿Qué hora es?- Tom separó sus labios de los de Daniela, con algo de vergüenza y un poco sonrojado.<br />-Falta un cuarto de hora, ¿Vamos yendo? –propuso Daniela.<br />-Vale.<br />Y volvieron por donde habían venido, en silencio, sin hablar, sin ni siquiera atreverse a dirigirse una mirada.<br />-Ya hemos llegado. ¿Preparado para probar mil sabores y sensaciones nuevas?<br />-Más o menos… sí.<br />Tom estaba algo inquieto, parecía nervioso. Acababan de abrir la discoteca, y ambos entraron, mirando todos los detalles, observando todas las luces.<br />-Vamos, aquí está la barra.<br />Ambos se dirigieron a una barra transparente y un chico joven les atendió rápidamente:<br />-¿Sí?<br />-Hola, dame una Heineken, un poco de Vodka con limón y una Sandy.<br />-Vale, un minuto.<br />Poco después, les sirvieron tres vasos, con lo pedido.<br />-Toma,- le ofreció Daniela- prueba esto, es lo más suave.<br />Tom tragó un poco de Sandy, y lo saboreó.<br />-Esto está rico.<br />-Estoy es Heineken, prueba, prueba…<br />-Bueno, no me gusta tanto…<br />-Prueba esto, te va a encantar.<br />Tom probó el Vodka con limón.<br />-¡Qué bombazo! ¡Qué sabor!<br />-Qué, ¿te gusta?<br />-¡Es genial! Un poquito fuerte…<br />-Sí, anda, ¡vamos a bailar, luego beberemos más!<br />Daniela dejó las tres bebidas pagadas y el resto de ellas en la barra, y condujo a Tom a la zona de baile.Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9001368094098249615.post-24708960938374904132011-07-16T03:55:00.000-07:002011-07-25T05:24:02.212-07:00Capítulo Uno.Día uno de septiembre de dos mil nueve. Era un día seco, nublado y algo caluroso.<br />-… y te recuerdo que si te quedas sin nada, no tienes donde vivir o te falta dinero, puedes regresar.<br />-Gracias, buenas tardes.<br />-¡Siguiente!<br />-Hola, señor director.<br />-Vaya, Tom Hans… Bueno, te explico, en esta mochila tienes tu ropa, agua y veinte euros, el dinero necesario para lo que tardes en encontrar trabajo.<br />-Gracias, señor.<br />-No desperdicies el dinero a lo tonto, ya aprendiste bien como hacer buen uso de ello. Supongo que la mayoría lo utilizarás para comida, y te recuerdo que si te quedas sin nada, no tienes donde vivir o te falta dinero, puedes regresar.<br />-Sí, señor, buenas tardes, señor.<br />-¡Siguiente!<br />Y Tom abandonaba la sala de dirección, dejando atrás una cola de cientos de personas. Aquel día, uno de diciembre, era el día en el que los jóvenes residentes en aquel orfanato, que cumplían dieciocho años y estaban dispuestos a abandonarlo, se iban de allí.<br />En cuanto Tom salió por la enorme y roñada puerta del orfanato, Alex, un amigo, se acercó a él.<br />-Tom, tenemos que decidir ya lo que vamos a hacer.<br />-Dirás tienes que decidir ya, porque yo lo tengo todo muy claro.<br />-¿Tú qué vas a hacer?<br />-¿Recuerdas como murieron mis padres, verdad? Ya te lo dije…<br />-Sí, sí.<br />-Pues resulta que, en el coche contra el que chocaron, había un padre con su hija. El padre falleció, pero no la niña…<br />-¿Y bien?<br />Tom asomó una navaja, pequeña pero afilada, del bolsillo de su pantalón vaquero, desgastado y descolorido.<br />-¿Pero de dónde…?<br />-Y eso que importa… me la voy a cargar.<br />-¿A la niña?<br />-No, al perro… Obviamente, a la niña, aunque ahora mismo, de niña poco… Tendrá unos diecisiete, digo yo…<br />-Tío, que tienes dieciocho años, que si te pilla la poli…<br />-¿Oye, aguafiestas, tú te crees que yo no sé que existe la cárcel? Y ahora vámonos de aquí, que cualquiera que nos oiga…<br />Y Alex empezó a correr tras Tom, cruzando el jardín que durante doce años fue su patio del recreo, cruzando el jardín, yéndose lejos de aquella miseria que los acompañó desde su infancia.<br />Llegaron a una fuente, tres calles más abajo del orfanato, y empezaron a beber, como si no lo hubieran hecho en su vida.<br />-¡Agua sin cal, Alex!<br />-Voy a rellenar mi botella de agua con agua, porque para lo que tiene dentro…<br />-Buena idea.<br />Y ambos vaciaron la botella y la volvieron a llenar con el agua de la fuente. Se sentían orgullosos y a la vez más sanos, de haber bebido, doce años después, un poco de agua sin nada de cal.<br />-Vamos a mangarnos un librillo de estos de páginas amarillas.- dijo Tom<br />-¿Páginas amarillas? Cómprate uno de páginas normales, no empieces con colorines…<br />-¿Pero qué dices, tío? Los libros de páginas amarillas son los libros que tienen direcciones y teléfonos de la gente, ya nos lo enseñaron hace poco, se ve que muy atento no sueles estar…<br />-Ah sí, eso….<br />Tom, no estaba muy seguro de si Alex había entendido algo, pero de todos modos, siguió adelante buscando un punto de información.<br />-Mira, vamos a ver ahí.- señaló Tom.<br />Se dirigieron a un quiosco, que tenía un cartel que decía: información.<br />Tom, como ya había practicado, se dirigió al encargado:<br />-Perdone, necesitaría yo, un libro de estos gordos, amarillo, con direcciones y teléfonos… Verá usted, estoy muy mal, y busco a mi familia…<br />-Sí, tenga, a las páginas amarillas se refiere, tenga, tenga, se lo regalo…<br />Tom se lo arrebató de la mano y se fue corriendo hacia un banco, con Alex a su lado.<br />-Tío que bien mientes…<br />Tom le ignoró. Alex quiso romper el silencio:<br />-¿Y sabes su nombre?<br />-Claro que sí, imbécil, se llama Daniela Watt, como para no olvidarme…<br />Tom buscaba velozmente:<br />-Watt, Watt, Watt… Aquí, Watt. Hay dos. Uno en la calle Diversidad, el otro está bastante lejos, a las afueras, en Clinton.<br />-¿Vamos primero a la calle Diversidad?<br />-Sí, portal 12, sexto B.<br />Tom y Alex llegaron jadeando al portal doce de la calle Diversidad, y, casi sin aliento, tocaron el timbre del sexto B.<br />-¿Sí?- preguntó una voz desconfiada, posiblemente femenina.<br />-Mire- habló Tom- venimos buscando a Daniela Watt, ¿Vive aquí, o la conoce usted de algo?<br />-No, lo siento- exclamó la voz. Y descolgó el teléfono del timbre.<br />Tom empezó a caminar hacia la derecha y Alex le preguntó:<br />-¿Recuerdas el número del portal, el piso, y eso?<br />-Es un chalé, el número tres de Clinton.<br />Y ambos siguieron adelante, caminando bajo ese bochornoso final del verano, en busca de una persona.<br />Llegaron alrededor de las dos del mediodía. Alex tocó el timbre de la puerta grande.<br />-¿Quién es?- respondió una voz, esta vez masculina y algo más amable que la anterior.<br />-Oiga, buscamos a una chica llamada Daniela Watt, ¿Vive aquí o le suena de algo?<br />-Pasen.- y la puerta se abrió.<br />Alex la cerró detrás de sí, y ambos llegaron a la puerta principal de aquel bello chalé.<br />-Por aquí, síganme.<br />Era un señor de unos cincuenta y algo años, bien conservado y de alta estatura, con poco pelo y pocas arrugas.<br />-Ahora mismo Daniela no está – comenzó- está con las recuperaciones de su último año de clase, para después comenzar su carrera. ¿Por qué la buscan?<br />-Verá…- disimulaba Tom- viejos amigos.<br />-Ah, bueno, la verdad es que Daniela tiene pocos amigos. Ahora mismo estará al llegar, ¿queréis tomar algo? Son casi las dos y media, hambre, tenéis que tener…<br />-Sí no es mucha molestia, si que nos gustaría comer algo señor.- pidió Alex.<br />Rápidamente el hombre abandonó la cocina y se dispuso a repartirles a los dos jóvenes, algo de ensalada que había preparado para él y Daniela.<br />-Tomad,- les llevó un par de platos.- es ensalada de pasta, a Daniela le gusta.<br />En ese momento, Daniela entró por la puerta.<br />-¡Hola, abuelo!<br />-Hola, Dani, ¡mira quiénes han venido a verte!<br />Daniela entró a la cocina, y dejó a Tom boquiabierto.<br />Era una chica guapísima, parecía que se cuidaba, tenía una piel clara, unos ojos azulados, muy dulces, como el cielo azul en un día de verano, pero sin una sola nube. El pelo, castaño claro, muy, muy claro, caía sobre sus hombros, y terminaba a la altura del pecho. Vestía una camisa azul clara, entreabierta, con una camiseta blanca debajo, y unos pantalones grises claros, acompañados de unas sandalias azules y blancas.<br />-Os dejo solos.- comentó el abuelo.<br />-¿Quiénes sois?- preguntó Daniela, cuando el abuelo ya había subido al piso de arriba.<br />Tom contestó:<br />-Hola, Daniela. Sólo quería conocerte. Estoy solo, acabo de salir de un orfanato, al cual me llevaron cuando el coche de mis padres chocó contra el de tu padre, hará doce años, del cual saliste viva.<br />Daniela palideció.<br />-Ah…<br />-¿Vives sola con tu abuelo?<br />-Sí, mi hermano y mi madre murieron en un accidente de avión, hace tres años. Con la pérdida de familiares, empecé a no salir, a guardarme n mi casa y sólo ver la calle para ir a estudiar. Perdí a todos mis amigos. Estoy sola desde hace tres años, sola con mi abuelo y con los libros de clase.<br />-Vaya…- Tom seguía asombrado con su belleza.<br />-Y tú, ¿no tienes casa, ni nada?<br />-No, acabo de salir del orfanato.<br />Hablaban Daniela y Tom sólo, Alex parecía haberse ido de la conversación.<br />-Pues te podrías quedar aquí, venir hasta las afueras, sólo para conocerme…<br />-No he conocido chicas en mi vida, ahora que lo dices.<br />-¿No?<br />-No, en el orfanato sólo veíamos mujeres en la fiesta de navidad. Aunque de fiesta, mucho no tenía…<br />-Vaya…<br />-Aunque sé valorar la belleza de una mujer, de todos modos…<br />Daniela se sonrojó, Tom sonrió.<br />Pasaron horas hablando, comiendo, conociendo la casa, conociéndose a ellos mismos. Por la tarde, Alex sorprendió a Tom.<br />-Bueno, yo ya me voy.<br />-¿Qué?<br />-Tú has encontrado lo que buscabas, a Daniela, ahora yo me voy por ahí, a buscarme la vida…<br />-¿No te parece que esta chica está buenísima?<br />-Déjame en paz.<br />-¿Estás ciego o algo?<br />-Soy homosexual.<br />-Pero, ¿qué?<br />-Eso.<br />-¿Por eso te vas?<br />-Por eso, bueno, sí, más o menos.<br />-Eres ridículo.<br />-Más ridículo eres tú, que te enamoras de tu víctima.<br />-Sólo estoy dándome tiempo.<br />-Sí, claro. Adiós.<br />-Adiós.<br />Alex abandonó la casa dirigiéndole un leve saludo al abuelo que le dio de comer.<br />Cuando la tarde cayó, Daniela y Tom ya habían preparado el lugar en el que Tom viviría, por unos días.<br />-Te puedes quedar aquí el tiempo que quieras.- le explicó Daniela- Pero hay una condición: tendrás que preparar la cena y la comida para los tres.<br />-¡Pero si yo no sé cocinar!<br />-Ya te enseñaré yo.<br />-Vale, me parece bien.<br />Y así lo hicieron. Aquel día Daniela enseñó a Tom a preparar una tortilla de patatas, y siguieron hablando, riendo, conociéndose mejor, quizá demasiado bien…Lorena ! (:http://www.blogger.com/profile/12895543475677096851noreply@blogger.com0